
El bolero y la balada
Por LUIS RAMON DE LOS SANTOS (Monchín)
Se suponía que ante la llegada de los baladistas de nuevo cuño la distancia musical, en términos de preferencia, entre amantes de ambos géneros se iba a acrecentar, sin embargo, y ante el asombro general de quienes teníamos la tarea de difundir ambos géneros no fue necesariamente así, se produjo un maridaje sin divorcio aparente no solo por disposición de los locutores, sino porque los directores y propietarios de las emisoras dieron carta blanca a los locutores para seleccionar la música que más se ajustara a su preferencia personal y la de sus oyentes.
El bolero quedaba como referente nostálgico y la balada como lo novedoso, si escuchamos con atención un bolero y una balada nos daremos cuenta de que sólo el compás había cambiado, los temas eran los mismos, se retrataba el mismo dolor y la misma esperanza es decir que la balada no fue más que un ropaje distinto para el mismo cuerpo musical.
Los 60’s nos trajeron de España a un muchacho de Linares que literalmente puso al mundo de cabeza, su nombre: Raphael. Impecable, distinto, un monstruo sagrado, las figuras geométricas que hacía con los brazos al interpretar una canción provocaba una especie de histeria colectiva, sus canciones paridas por un genio llamado Manuel Alejandro eran electrizantes; fue tal el magnetismo de ese intérprete que los locutores decíamos que el bolero había que pensarlo como un antes y un después de Raphael.
Algo. sin embargo. se pasaba por alto y es que en la década precedente algunas emisoras de la capital dominicana y menciono como referente obligatorio a HIZ Broadcasting Nacional difundía los éxitos en inglés de una legión de extraordinarios baladistas norteamericanos tales como Pat Boone que causó furor con su tema «Cartas de amor sobre la arena»; Paul Anka, el canadiense que popularizo «Diana», Patsi Cline, Brenda Lee, con su lacrimógeno tema «I,m sorry», Los Platters y Frank Sinatra.
(Continuará)