
Se nos va la juventud
Por ROBERTO ROSADO FERNANDEZ
Por más vuelta que doy para entender y buscar las razones por las que la ciudadanía y, sobre todo la juventud, no tiene reparos en desafiar a la muerte, hasta encontrarla, no las entiendo; particularmente en mi condición de educador, no logro comprenderlas.
Las estadísticas sobre muertes de jóvenes resultante de sus desequilibrados comportamientos crece cada día haciendo difícil establecer porcentajes estables; nos conformamos con aseverar que son ‘muchos’: esto debido a que cada espacio corto de tiempo transcurrido mueren jóvenes de accidentes viales, consumo exagerado de
sustancias prohibidas, desequilibrios emocionales, reyertas en centros de diversión, barrios, vecindad y otros tantos más. Parecen no parar sin que ninguna autoridad los controle.
Las prácticas indelicadas que conducen a la muerte de jóvenes no parece preocupar a los llamados a controlarla. Cada vez y cada día es más alto el desafío y más alto el número de muertes por diferentes conceptos.
De continuar el acelerado proceso de pérdida de la vida de nuestros jóvenes, la sociedad se quedara con la única oportunidad de utilizar a los adultos mayores y a los seniles para realizar la labor que por naturaleza y su etapa de desarrollo le corresponde realizar.
Solo el fin de semana del 30 y 31 de agosto y el 1 de septiembre, 2024, de acuerdo con las publicaciones de la prensa escrita, hubo en el país 134 accidentes de tránsito con un saldo de 22 muertos y 218 personas lesionadas, de los cuales en su mayoría eran y son jóvenes que la sociedad pierde de utilizar sus capacidades y competencias para beneficio de las instituciones, tanto públicas como privadas y así dar un servicio de calidad que contribuya a su desarrollo.
Al ritmo que va la juventud en la búsqueda acelerada de la muerte, de no tomarse las medidas de control que la situación amerita, pronto la sociedad se quedara sin jóvenes, será adulta y seremos Observadores de Instituciones Muertas por falta de relevo para su desenvolvimiento.
El desafío del Estado es tomar las medidas pertinentes para frenar esa alocada carrera de la juventud en busca de la muerte. Familia, escuela y las estructuras del Estado, poniendo correctivos adecuados pudiera contribuir inicialmente a disminuir tan triste y peligrosa practica que provoca la muerte a tantos jóvenes diariamente, enluta
tantas familias debilitando así la vida familiar, institucional y social.