
Del Crecimiento al Desarrollo: Desafíos de las Fuerzas Productivas de la República Dominicana
LECTURAS ACADEMICAS
Por BERNARDO HIRAN SANCHEZ MELO
La República Dominicana tiene la virtud de ser uno de los países con tasa de crecimiento sostenida cercana a su potencial de 5.5%, lo que en el devenir de las últimas décadas la ha llevado a ocupar el lugar 82 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH-2022), con una puntuación de 0.766, esta calificación nos cataloga como un país de desarrollo humano alto.
Sin embargo, cuando se ajusta el IDH por desigualdad, la puntuación se reduce a 0.627, para una disminución relativa de un18.45%. Y más aún, al valorar la incidencia del ingreso nacional bruto per cápita (PPA) de 18,653 dólares en el IDH, y comparar esta cifra con países con poblaciones similares a nuestro país y con igual o menor ingreso per cápita deberíamos, por extrapolación, aspirar a un nivel de 0.814 puntos en el IDH, lo que nos ubicaría en un mejor posicionamiento, cercano al lugar 60.
La razón de estar calificados en el IDH con 0.766, se explica por los rezagos en el nivel educativo de la población dominicana, los altos niveles de desigualdad social y económica, la prevalencia de la pobreza e indigencia, las desigualdades territoriales, prevalencia del empleo informal, bajos ingresos salariales, hacinamiento, acceso a servicios de agua y electricidad, sin olvidar las deficiencias en el sector salud subyacentes en nuestra sociedad.
Estos problemas reflejan graves retos estructurales en la sociedad dominicana, cuya superación implica más que acciones de carácter social y políticas sustentadas en transferencias de recursos monetarios y no monetarios que, si bien contribuyen a satisfacer ciertas necesidades de la población y llevar a miles de personas en condición de pobreza a no pobres, se requieren políticas públicas y acciones que permitan desarrollar las fuerzas productivas.
En el entendido que, el incremento y dotación de mayores capacidades de la fuerza laboral mejora a su vez las condiciones de vida de la población.
En efecto, desde la aparición del ser humano, la evolución hacia estadios de mayor desarrollo de las civilizaciones sólo ha ocurrido cuando las fuerzas productivas —entendidas como la fuerza laboral física e intelectual, los medios de producción (maquinarias, instalaciones, infraestructuras, sistemas computacionales y programas, procesos, materias primas) y recursos naturales (tierra, ríos, bosques, minerales)— se han expandido como resultado del progreso científico, técnico y tecnológico.
Este desarrollo de las fuerzas productivas ha permitido incrementar la producción de bienes y servicios, mejorando así las condiciones materiales y espirituales de las sociedades desarrolladas.
En tanto, el rezago relativo de las fuerzas productivas en la República Dominicana se puede constatar al analizar las estadísticas suministradas por el Banco Central de la RD, referentes a la contribución de los sectores económicos al producto nacional, los niveles de productividad, y la conformación, cualificación, remuneración y desempeño de la fuerza laboral actualmente ocupada.
Así, sustentado en indicadores de desempeño sectorial y laboral se tiene que, tan sólo el 56.5% de los ocupados en los diferentes sectores económicos son calificados, mientras que el 43.5% de los ocupados en los sectores formales e informales son no calificados.
En tanto, los trabajadores calificados reciben el 69% de los ingresos de la masa salarial, y los no calificados reciben el 31% de la masa salarial. Es decir, en gran medida el PIB está formado por la contribución de fuerza laboral de baja cualificación.
En la relación participación en el ingreso total sobre participación de ocupados en los sectores económicos, se verifica un índice de 1.22 en la categoría de calificados, contrario al resultado de los no calificados con una cifra de 0.71. Esta relación se explica en el sentido de una mayor participación de los ocupados cualificados en la masa salarial.
Esto al verificarse, entre otras categorías, que los no calificados representan el 17.6% de los ocupados y reciben sólo el 10.3% de la masa salarial, mientras que los administradores, gerentes y profesionales, siendo el 11.4% de los ocupados, reciben el 25.6% de ingreso salarial.
Los sectores de servicios, comercio y construcción concentran el 74.8% de los trabajadores no calificados respecto al total de los no calificados. Es decir, los sectores englobados en sectores poco encadenados y de bajo valor agregado (excepto construcción) emplean una cantidad significativa de personas no cualificadas. Por su parte, el sector agrícola —a pesar de su alto encadenamiento productivo— apenas concentra el 7.8% de los trabajadores calificados y el 6.0% de los no calificados.
En tanto, el comercio emplea el 20.3% de los trabajadores calificados del total de calificados; la industria ocupa el 18.2%; transporte y comunicaciones, el 12.7%; mientras que la administración pública, educación y salud agrupan el 27.9%. El sector financiero, aunque requiere alta cualificación, emplea solo el 4.4% de los ocupados.
En lo relativo al valor agregado por sector productivo, tenemos que el sector agropecuario, el cual es el más encadenado, apenas aporta un 4.8% del total agregado, con una participación de 7.1%, de los ocupados. En tanto, el sector servicios que aporta al valor agregado total un 66.2%, ocupa el 74.1% de la población ocupada. El sector industrial aporta al valor agregado un 29.0%, con una participación en la población ocupada de 10.2%. Siendo el sector construcción de 14.1% el valor agregado con una participación de 8.6%.
En una relación Participación en el Valor Agregado/Participación en el total ocupados, que vendría a ser un indicador de eficiencia, tenemos que: el sector agropecuario muestra un 67.0%, es decir por cada un porciento de ocupado en este sector participa en un 0.67 por ciento del Valor Agregado. En tanto, el sector Industrial muestra un 285.5%, es decir cada un porciento de los ocupados en este sector participa con un 2.85% en el valor agregado.
El sector servicios muestra una participación de 89.3%, muy inferior al sector industrial y el subsector construcción. Hay que destacar el subsector Zona Franca, que participa en el valor agregado con apenas 3.4%, y ocupa el 3.9% de los ocupados para una relación de 86.0%, muestra del escaso aporte al producto nacional de este subsector. De igual modo, el subsector comercio muestra una relación de 63.5%. Lo que se explica por el aporte de tan sólo 12.9% al valor agregado, no obstante tener una participación significativa en la población ocupada.
De este análisis se puede colegir que la alta proporción de trabajadores no calificados limita el ingreso promedio de la población ocupada y reduce la capacidad de generar valor agregado en muchos sectores productivos. Además esto refleja el escaso valor añadido por persona ocupada en los sectores económicos preponderantes en la economía dominicana.
En este contexto de rezagos en la fuerza laboral, escaza productividad, sectores productivos de escaso valor agregado, alta informalidad, alto niveles de ocupados no calificados, ingresos laborales limitados, la República Dominicana necesita desarrollar sus fuerzas productivas, pues de no hacerlo, los logros sociales y económicos podrían revertirse por efectos fortuitos, coyunturales y naturales.
Muestra de cuán frágil pueden ser los avances y logros sociales sustentados en políticas públicas y programas sociales asistencialistas de transferencias monetarias y no monetarias, que si bien pueden incrementar los ingresos y mejorar en cierto modo las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables, no garantiza una sostenibilidad en el tiempo ni de la superación del atraso social.
De modo que, el desarrollo de las fuerzas productivas, mediante el fortalecimiento del aparato productivo nacional y la fuerza laboral, debe constituir el eje estratégico fundamental para alcanzar un crecimiento económico sostenible que reduzca al mínimo las vulnerabilidades estructurales de la economía dominicana, con la finalidad de elevar la calidad de vida de la población.
A modo de propuesta para alcanzar este objetivo general, se identifican tres líneas de acción fundamentales:
- Incremento del valor agregado en los sectores productivos, mediante: o La diversificación de los sectores económicos, favoreciendo el perfeccionamiento de las actividades productivas altamente encadenadas, la incorporación de nuevas cadenas productivas fundamentalmente en subsectores tecnológicos.
- Volver a la estrategia de integración vertical de las unidades productivas (hacia adelante y hacia atrás), reduciendo la dependencia de insumos importados. Sustentar la producción en sectores económicos altamente encadenados, tecnificados, generadores de productos y servicios diferenciados y de alto valor añadido.
- Inversión en innovación y tecnología adaptable a nuestra realidad, la cual requiere: o Un aumento del gasto público y privado en I+D. o El fortalecimiento de incentivos para que las empresas adopten tecnologías avanzadas y orienten sus procesos hacia la innovación.
- Hacer altamente competitivo los sectores productivos, a través de:
- La producción de bienes y servicios de alta calidad como elemento de diferenciación. o La mejora en la productividad de los factores de producción, incluyendo capital humano, infraestructura y tecnología.
- El empleo de una fuerza laboral altamente cualificada, con formación técnica y profesional, de alta productividad.
Estos ejes estratégicos al tener un efecto multiplicador sobre la economía son fundamentales en la promoción de una mayor demanda de trabajo calificado, reduciendo en consecuencia la informalidad laboral, lo que a su vez aumentará la inserción de recursos humanos en empleos de calidad y permitirá ampliar la oferta de bienes y servicios, estimulando el consumo interno, disminuyendo la dependencia de importaciones y mejorando la balanza comercial.
A nivel macroeconómico, estos procesos inciden positivamente en la resiliencia económica ante choques externos, al diversificar la base productiva y reducir los niveles de exposición a crisis internacionales. Asimismo, generan condiciones propicias para el incremento sostenido de la calidad de vida, consolidando un modelo de desarrollo inclusivo y competitivo.
En definitiva, el desarrollo productivo debe estar sustentado en el valor añadido y en la diferenciación de los productos y servicios, que emplee fuerza laboral cualificada, de alta productividad, para así garantizar mayores ingresos a la población, mayor calidad de vida y sostenibilidad a largo plazo.
- El autor es economista, Ph.D.