Opiniones

Africa se levanta

Por NARCISO ISA CONDE
El presidente francés, Emmanuel Macron, quien acusó a Rusia de ser un «imperio colonial», amenazó con una respuesta «inmediata» y «sin piedad» al pueblo de Níger por su rebelión contra la persistencia del colonialismo de París, cuyas empresas extraen sus riquezas naturales como uranio sin ofrecer casi nada a cambio a uno de los países más pobres del mundo.
Níger, que obtuvo su independencia en 1960, en realidad nunca ha logrado deshacerse por completo del colonialismo opresor de Francia, país que se aferró a su principal recurso mineral. Un 40% del uranio que importa el país europeo para que sus reactores nucleares puedan producir electricidad provienen de la nación africana.
El problema radica en que los términos de los contratos opacos y desiguales impuestos por París resultan sumamente desventajosos para la parte nigerina. Por ejemplo, en 2010 Níger apenas recibió unos 460 millones de euros de los más de 3.500 millones en los que estaba valorada su exportación de uranio. Níger nunca ha dejado de luchar por cambiar la injusta situación en la que los ingresos de su llamado ‘socio’ europeo superan varias veces el volumen del producto interno bruto nigerino.
Se ha creado una situación verdaderamente absurda en la que la mayor parte de la población de Níger, país cuyo uranio genera alrededor de un tercio de la electricidad de Francia, no tiene acceso a la energía eléctrica. Una gran proporción de sus habitantes tampoco tiene acceso a servicios básicos como salud de calidad, algo muy necesario debido a las enfermedades provocadas por la contaminación radiactiva que produce la actividad minera francesa en el país. La esperanza de vida en Níger es una de las más bajas del mundo, mientras que la mortalidad infantil es una de las más altas.
No es de sorprender los crecientes sentimientos antifranceses en un país que hasta cambió su himno en 2019 para quitar la alusión a Francia, cuyo modelo de relaciones con Níger ilustra perfectamente el trato occidental hacia África: un trato absolutamente colonial.
Pero individuos como Emmanuel Macron o el jefe de la ‘diplomacia’ europea, Josep Borrell, no dejan de culpar a Rusia del rechazo africano hacia quienes parecen seguir creyéndose metrópolis de los países africanos. Para sustentar sus falsas acusaciones, llaman la atención sobre la presencia de banderas de Rusia en numerosas protestas en África.
Un fenómeno que, en realidad, se debe al atractivo del modelo de relaciones internacionales que propone Moscú, es decir, un modelo de respeto y beneficio mutuos, un modelo de ganar-ganar, sin imposiciones ni injerencias. Algo que volvió a quedar demostrado en la última cumbre Rusia-África, celebrada la semana pasada en la ciudad rusa de San Petersburgo.
Todas las propuestas hechas por el jefe del Kremlin, Vladímir Putin, a las delegaciones de los 49 países africanos presentes en el encuentro, incluidos 17 presidentes, apuntan a ayudar al continente en su empeño por conseguir la soberanía y el bienestar de las naciones regionales, en inmenso contraste con la ‘oferta’ occidental que radica en saquear África a cambio de limosnas.
Victor Ternovsky.

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