Opiniones

Cuidemos el turismo

POR JUAN TAVERAS HERNANDEZ

He dicho, en radio y televisión, que el transporte de pasajeros tiene que estar bajo el estricto control del Estado a través de organismos responsables que mantengan una vigilancia y un control, excesivo si se quiere, sobre los vehículos, grandes o pequeños, que transporten seres humanos, no importa su condición.

El daño que le ha causado el accidente de Bávaro al turismo es irreparable. Ya me imagino la noticia recorriendo el mundo, destacándose en los medios de comunicación de los países de los competidores.

Los sindicatos de conductores de vehículos, livianos y pesados desaparecieron hace años, dándole paso a empresas que funcionan con una independencia inaceptable, a pesar de recibir exoneraciones y subsidios del Estado.

(El subsidio de combustible que actualmente otorga el gobierno no llega a los choferes, llega a los empresarios del transporte para su uso personal. Hablamos de millones de pesos todos los años. Es el precio del silencio, del caos y el desorden. Sabemos de “sindicalistas” (empresarios) que reciben todos los meses muchos millones de pesos para mantener la estabilidad en los precios. ¡Falso! ¡Mentira del Diablo! No hay control sobre el destino final del dinero. Los “sindicalistas” lo usan a su antojo. Y las autoridades lo saben. La corrupción es mayor de lo que la gente supone.)

A propósito del accidente en Bávaro que ha causado la muerte de cuatro turistas y una veintena de heridos, creo ha llegado el momento de que el gobierno tome el control, que se haga cargo del volante para que hechos como esos no ocurran frecuentemente en el país. Hay que terminar con el monopolio que tienen determinados grupos, impidiendo que otras empresas, que ofrecen mejor servicio, con mayor seguridad, entren al mercado.

Los vehículos, grandes y pequeños, autobuses, camiones, patanas, etc. tienen que transitar tras una inspección rigurosa de los motores, los frenos, el aceite, los neumáticos, etc. Esa inspección tiene que ser rigurosa y obligatoria. Los conductores igualmente tienen que ser sometidos a diversas pruebas constantemente para garantizar que estén sanos, fuera de las drogas, incluyendo el alcohol.

Es frecuente ver en las carreteras vehículos pesados a gran velocidad, sados sin luces traseras, sin placa, sin lona, con exceso de carga, poniendo en riesgo la vida de los

demás, sin ser detenidos y apresados. Las empresas poderosas ahora usan vehículos de dos ejes o vagones, de 36 ruedas, que no son aptos para las carreteras del país. (De ese modo hacen dos viajes en uno. Dos cargas en un solo vehículo. Pero solo pagan un conductor) Se les ve incluso rebasando temerariamente. He visto en muchas ocasiones como muchas patanas y camiones van dejando el caucho en las vías. Neumáticos vencidos, totalmente lisos como berenjenas. ¡No puede ser!

No es casual que la República Dominicana sea el país de más muertes en el mundo por accidente de tránsito. Las motocicletas constituyen un problema mayúsculo porque no hay control sobre los conductores que no respetan leyes ni normas. Los delivery conducen con una mano mientras con la otra “chatean” o buscan direcciones. El consumo de alcohol mientras se conduce es normal. Casi legal. En cualquier vehículo usted puede encontrar ron, cerveza, veno Owhisky, sin ningún problema, sin ningún control.

En el día los agentes de tránsito en las carreteras son escasos; en las noches, nulos. No existen. Y así no puede ser. De nada vale el esfuerzo del ministro de Turismo, David Collado, ni del presidente Luís Abinader, si no se toman los correctivos de lugar para evitar accidentes de tránsito y reducir la tasa de accidentes trágicos en nuestras calles y carreteras.

Recuperar el turismo después de la pandemia y del paso del huracán Fiona, en medio de la crisis que azota al mundo, le ha costado demasiado dinero, esfuerzo y esfuerzo para que grupos de vándalos irresponsables, con trajes de sindicalistas, lo echen a perder. Las autoridades tienen que actuar con aplicándole todo el peso de la ley a los violadores de la misma.

La industria sin chimenea que es el turismo, que tantos beneficios económicos le deja al país no puede estar en manos de particulares del transporte sin ningún control ni regulación por parte del Estado.

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