Opiniones

Del saqueo a la rebelión: El Pueblo Dominicano Contra la Minería y el entreguismo

Por FELIPE LORA LONGO

Los gobiernos pasan, los discursos cambian, pero la realidad sigue golpeando a las mayorías con la misma fuerza: el modelo económico y político de este país está diseñado para despojarnos, empobrecernos y entregarnos al mejor postor. Y hoy, esa maquinaria de destrucción se expresa con brutal claridad en la minería metálica, en las «inversiones extranjeras» que no dejan nada, y en la subordinación completa del Estado a los intereses foráneos.

Durante años, la élite política y empresarial de la República Dominicana ha repetido como mantra que el “progreso” se consigue atrayendo inversión extranjera, entregando nuestros recursos naturales y abriendo las puertas a todo tipo de megaproyectos, sin importar sus consecuencias. Sin embargo, los hechos hablan más fuerte que sus discursos: ese supuesto desarrollo no ha traído bienestar, sino dependencia, contaminación, pobreza y pérdida de soberanía. Hoy, esa maquinaria de destrucción se expresa con brutal claridad en la minería metálica, en las «inversiones extranjeras», y en la subordinación completa del Estado a los intereses foráneos.

Desde Cotuí hasta San Juan, desde Samaná hasta Pedernales, la historia se repite: empresas extranjeras entran, explotan nuestros recursos, contaminan nuestras aguas, destruyen la tierra, y luego se van dejando miseria, enfermedades, división comunitaria, nuestra cultura contaminada y más dependencia. Todo esto con la complicidad de un gobierno que, lejos de proteger al pueblo, le entrega el país en bandeja de plata al capital internacional.

El crimen ambiental de la Barrick Gold

Uno de los ejemplos más escandalosos de esta entrega es el nuevo proyecto de la Barrick Gold en Cotuí, que amenaza con desviar y entubar el río El Naranjo, una fuente vital de agua y vida para las comunidades del entorno. A cambio de más oro para el extranjero, se pretende asesinar un río y poner en peligro la salud y la subsistencia de miles de dominicanos.

El pueblo ha dicho NO. Las comunidades se han levantado, han marchado, han encendido velas, han firmado resoluciones y han establecido el Campamento El Naranjo como zona libre de minería. La Coordinadora Popular Nacional, el Colectivo del Cibao, Articulación Nacional Campesina, y decenas de organizaciones sociales y ambientales ha dejado claro que no permitirán más atropellos, que no habrá paz si se sigue priorizando el oro sobre el agua, la ganancia sobre la vida. Y no están solos. La indignación es nacional, porque la Barrick Gold es símbolo del saqueo y la impunidad ambiental en este país.

El caso de San Juan es igualmente indignante. Allí, la transnacional GoldQuest insiste en abrir una mina de oro en la cuenca del río San Juan, a pesar de la oposición firme de las comunidades. Se violan la Constitución (Artículo 14), la Ley de Medio Ambiente (64-00), la Ley de Agua (Ley 1-12), e incluso los tratados internacionales que exigen consulta previa, libre e informada a los pueblos. ¿Dónde está el Congreso? ¿Dónde están las autoridades locales? Están vendiendo la patria por contratos sucios y promesas vacías.

El pueblo en las calles por su soberanía

La Marcha Unitaria del pasado 27 de abril, organizada por la Coordinadora Popular Nacional y decenas de movimientos sociales, ambientales, campesinos, populares, y de izquierda demostró que el pueblo está de pie. Miles de personas marcharon bajo una misma consigna: “Agua, Vida y Soberanía Nacional”. No fue una marcha más: fue la expresión viva de un pueblo que está harto del saqueo, que no acepta más falsas promesas de desarrollo, que está decidido a defender lo suyo, incluso si eso implica enfrentarse a los poderes más oscuros.

Y no se trata solo de minería. El país está siendo vaciado en todas sus formas de soberanía:

  • Soberanía alimentaria: ya no somos dueños ni de nuestra comida. Se abandonó la producción nacional para llenar los supermercados de arroz importado, ajo chino y cebollas extranjeras. ¿Cómo puede un país vivir sin controlar lo que come?
  • Soberanía económica: se nos dijo que las zonas francas y el turismo serían la solución. Hoy, dependemos de remesas para sobrevivir, mientras nuestras riquezas son saqueadas por grandes consorcios. Las ganancias se van, la miseria se queda.
  • Soberanía cultural: los medios masivos, controlados por intereses empresariales, han convertido lo extranjero en aspiración y lo dominicano en motivo de burla. Nuestras raíces africanas, campesinas y rebeldes son silenciadas, mientras nos imponen una cultura de consumo, individualismo y alienación.
  • Soberanía política: ¿quién gobierna en este país? ¿El Congreso? ¿El Presidente? ¡No! Gobiernan las embajadas, los organismos multilaterales, las cámaras empresariales y las ONG extranjeras que dictan políticas desde Washington. Lo que llaman “gobernabilidad” es, en realidad, una jaula de dependencia.

Una ruptura histórica que necesitamos

Ya no estamos en tiempo de peticiones ingenuas. Ya no vale la moderación, ni la espera, ni las promesas de «desarrollo sostenible» que solo benefician a las multinacionales. Lo que hace falta es una ruptura. Una ruptura profunda con este modelo entreguista, extractivista y neoliberal.

El pueblo exige:

  1. Prohibición inmediata de la minería metálica en todo el territorio nacional.
  2. Auditoría social de todos los contratos firmados con transnacionales.
  3. Una moratoria a los megaproyectos impuestos sin consulta.
  4. Recuperación de la soberanía alimentaria, energética, cultural y económica.
  5. Convocatoria de una Asamblea Constituyente Popular y Soberana que reordene el país desde abajo y para las grandes mayorías.

Porque este país no tiene por qué resignarse al saqueo. Porque el pueblo dominicano es valiente, trabajador y digno. Y porque no hay futuro posible bajo el entreguismo.

¡El pueblo dominicano no está en venta!
¡La tierra, el agua y la vida se defienden!
¡Fuera la Barrick, fuera GoldQuest, fuera los lacayos del capital!

Hoy más que nunca, como decía Caamaño, “en cada rincón del país hay un pueblo dispuesto a luchar”. ¡Y esa lucha ya comenzó!

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