Discípulos arrojan ética boschista al zafacón de la historia
Por BERNARDO HIRAN SANCHEZ MELO
De todos los líderes connotados nacidos en el siglo XX el único que asumió del marxismo el materialismo dialéctico e histórico para analizar y entender la pequeña burguesía dominicana, y que aun a sabiendas de la naturaleza arribista y ambiciosa de ésta, ideó y constituyó un Partido compuesto esencialmente por pequeñoburgueses provenientes en su mayoría de profesionales, académicos, pequeños comerciantes, pequeños empresarios, empresarios, estudiantes y técnicos burócratas, se llamó Juan Bosch.
En efecto, fundó dos de los grandes Partidos del siglo XX: el Partido Revolucionario Dominicano, PRD, y el Partido de la Liberación Dominicana, PLD, bajo principios de valores morales y éticos, sustentados en la corriente liberal latinoamericanista, siendo el núcleo de su pensamiento político las ideas de justica, democracia y libertad.
Sin embargo, así como pudo comprender en su esencia las intríngulis de la pequeña burguesía, no dudó en estructurar su Partido de la Estrella Amarilla con jóvenes ávidos de trascendencia social y política que a la postre darían al traste con el derrumbe de la obra maestra del extinto profesor Juan Bosch: el PLD.
Así, al escudriñar detenidamente entre los escritos del escritor y político Juan Bosch se destaca su especial dedicación a analizar el papel de la pequeña burguesía en el devenir histórico de la sociedad dominicana, llegando a caracterizarla y describirla en cada una de la etapa del desarrollo económico y social de la historia dominicana.
De manera específica en su libro Composición Social Dominicana resalta el rol de la pequeña burguesía desde los procesos independentista de la nación a mediados del siglo XIX, analiza el proceso de acumulación de capital en los treinta años de dictadura trujillista, describe la acumulación de grandes riquezas del Dictador a costa del Estado dominicano, y explica de cómo en el emporio estatal creado desde las simientes por Trujillo se traslapaba el patrimonio de las empresas públicas con su patrimonio personal. Para ese entonces, los sectores burgueses tradicionales se ciñeron al proceso de acumulación de capital y riqueza del Dictador.
Es así como se conoce que, a partir del precedente creado por Leónidas Trujillo, a todo lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XXI, el rol más destacado en las lides del aparato estatal, lo ha ocupado la pequeña burguesía al ejercer puestos burocráticos con el propósito de convertirlos en fuente de acumulación de capital y riquezas particulares.
Basado en su convicción patriótica y nacionalista el profesor Juan Bosch convencido de que el país necesitaba de una organización política sustentada en valores patrios, éticos, democráticos, en los aciagos momentos políticos por los que atravesaba el pueblo dominicano posterior a la caída del régimen trujillista y en plena cuasi-dictadura balaguerista, fundó el Partido de la Liberación Dominicana. Sin embargo, en la conformación de su nueva organización política, agregó en la fórmula del vademécum partidario lo que él tempranamente intuía sería la debacle de su obra maestra: jóvenes pequeños burgueses ávidos de trascendencia social y económica a como fuere lugar.
Y así, la historia lo ha demostrado. Prácticamente todos los miembros fundadores y los añadidos en el camino renegaron de la ética bochista y los valores partidarios que dieron origen al PLD.
Y surgen, al respecto, dos grandes preguntas: ¿A qué se debió el giro extraordinario de los principales líderes morados, lejos del pensamiento político originario de Juan Bosch? ¿Por qué adoptaron comportamientos y prácticas propias de regímenes autocráticos, como el balaguerista?
Pareciera que la pregunta ya se ha respondido implícitamente. Sin embargo, cabe añadir, a los fines de precisar lo antes planteado que, por las circunstancias de la viciada contienda electoral del 1994, que dieron lugar a un pacto orquestado y truncado desde las altas instancia del poder gubernamental y los poderes fácticos, y por obra de lo divino y la mano del extinto presidente Balaguer, llegaron a Palacio los jóvenes militantes del PLD en el 1996.
Sólo que, esta vez, se cuidarían de no dirigir el Estado dominicano al estilo del expresidente Juan Bosch. Y es en esas circunstancias, de como llegaron a comprender que, para mantenerse montado en el tren gubernamental requerían de dos cosas: la primera, iniciar un proceso de acumulación de riquezas a costa del Estado, por un lado; y por otro: iniciar un proceso de acumulación de capital. Esto propiciando, a la vez, que los sectores burgueses tradicionales y emergentes recibieran del Estado su correspondiente cuota de riqueza e inclusive participación en el Gobierno tanto en la modalidad de cargos burocráticos estratégicos como de contratistas del Estado.
De la historia reciente se sabe que, parte de los funcionarios de la alta dirigencia del PLD, cercana al expresidente Leonel Fernández, inició tempranamente una acumulación de recursos provenientes de las arcas del Estado. Esta acumulación de recursos la convirtieron en riquezas, muchas de ellas en inmuebles, tales como edificaciones, apartamentos, terrenos, en fundaciones, y otra gran cantidad de esos recursos se mantuvieron en efectivo de alta liquidez.
Esto lo hacían las llamadas alcancías del funcionariado palaciego, con el propósito de acumulación de riquezas destinada a tres objetivos: en primer lugar, garantizar el ejercicio del poder en condiciones de paridad económica con los poderes fácticos, es decir, la burguesía tradicional, sectores económicos emergentes (varios de ellos aliados y hasta socios en negocios y empresas creadas al vapor); segundo, acumular riquezas a los fines de garantizar la permanencia y perpetuidad en Palacio de la nueva claque gobernante, es decir, el funcionariado palaciego y los dirigentes políticos de todos los niveles de dirección partidaria; y en tercer lugar: acumular los recursos necesarios para “invertirlos” a través del Partido mismo, partidos aliados y terceros a los fines de apabullar la oposición en las contiendas electorales.
Todo esto incluía llegar hasta lo indecible, como fue garantizar el poder mediante el secuestro de todos los estamentos del Estado, incluyendo las Altas Cortes, la misma JCE, Tribunales electorales, Cámara de Cuentas, y la mayoría en el Poder Legislativo, etc.
A todo esto, se añade otra clase de funcionariado, pertenecientes al Partido, que acumuló recursos, siempre a costa del Estado, para convertirlo en Capital, es decir, llevaron a cabo una especie de Nueva Acumulación originaria de Capital, mediante la inversión en propiedades rentistas, fundamentalmente en bienes inmuebles para la explotación comercial, en emporios turísticos, en empresas de construcción e inclusive en empresas de comercialización y de importación.
Y lo hicieron en dos modalidades patrimoniales: una creando nuevos emporios, y en otros casos participando en calidad de socios en nuevas empresas. Al respecto, es importante destacar que, parte de los sectores burgueses tradicionales, e inclusive muchos de los emergentes, si bien actuaron en contubernio o participaron en condición de aliados de la gestión de los Gobiernos del PLD, siempre mantuvieron y mantienen, en gran medida, la estrategia de no involucrarse patrimonialmente con los nuevos ricos surgidos de la «Nueva Acumulación Originaria de Capital”.
Esto así, para evitar entrar o formar parte de los procesos judiciales en que se ven envueltos los funcionarios a los cuales se les somete por actos de corrupción.
Por último, concluyo esta entrega resaltando que, el caparazón de la arrogancia, la jactancia, y la prepotencia del funcionariado de los Gobiernos de la Estrella Amarilla, era la coraza perfecta para encubrir los actos de corrupción y malversación de los recursos del Estado que les permitió iniciar la “nueva acumulación originaria de capital y riquezas” en esta media isla. Actitud muy común en los pequeños burgueses con aspiración a ostentar riquezas y poder, e inclusive llegar a formar parte de la membresía del cerrado círculo de la aristocracia nacional. ¡Algo así como querer alcanzar un astro en el lejano firmamento, ingresando a un Partido que lleva como emblema: una estrella amarilla!
- El autor es Ph.D en Economía.