Efectividad de las políticas públicas en tiempos inciertos
Por BERNARDO HIRAN SANCHEZ MELO
Apenas concluía el primer rebrote del COVID-19, alertada como enfermedad letal por la OMS un 30 de enero del 2020, y reconocida como pandemia en marzo de ese mismo año, se inició un proceso de ralentización de la producción a nivel mundial debido al confinamiento de la población en sus hogares, siendo los sectores más afectados el comercio mayorista y minorista informal, las actividades comunitarias sociales y personales, hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias, empresariales, de alquiler, ciertas industrias y manufacturas locales.
En la fase declinatoria de la pandemia, el retorno del ritmo económico prepandémico se inició con nuevos acontecimientos: un desabastecimiento de escalada mundial, producto de la reducción del abastecimiento de materias primas y combustibles; el taponamiento en el transporte y pérdida de capacidad logística, en gran medida por la indisponibilidad de furgones y medios de transportes marítimos, lo que causó un incremento de los precios del flete.
En secuencia: al evento pandémico le siguieron varios sucesos de carácter global, que en cadena se transmitieron secuencial y sostenidamente.
Así, luego de la primera tanda epidémica se presentó un rebrote del Covid-19 y sus variantes, apenas se rebasaba el aislamiento en los países cerrados al exterior, seguido del desabastecimiento de materias primas e insumos, producto del embudo creado en la cadena logística mundial como resultado de la recuperación de la demanda, sin que la oferta respondiera adecuadamente, dada la lentitud de reactivación de las unidades productivas. Prácticamente, de manera sincrónica devino el incremento de los precios internacionales del petróleo, los precios de los insumos y consecuentemente el aumento de los costos de producción, dando lugar al incremento de la inflación a nivel global, debido en gran medida a un nuevo ingrediente: la guerra de Ucrania-Rusia, iniciado un 24 de febrero de 2022.
A todos estos acontecimientos, que no dan tregua ni espacio para retomar el aliento, resulta relevante conocer como el país enfrentó los efectos devastadores de la pandemia, el desabastecimiento internacional de materias primas, el aumento de precios de los carburantes, el taponamiento en la cadena de distribución a nivel internacional, y la posterior guerra Ucrania-Rusa.
En ese orden, a los efectos de medir la efectividad de las políticas públicas aplicadas por el Gobierno, se considera el recién publicado Informe del Índice de Desarrollo Humano, IDH, el cual se sustenta en indicadores sintetizados que permiten evaluar el resultado agregado de la aplicación de las medidas, acciones y políticas públicas implementadas por las autoridades gubernamentales.
Resulta interesante comparar el desenvolvimiento del país, en este período de tiempos inciertos, con otros países: uno de desarrollo muy alto como el de Chile, y otro de desarrollo medio como Nicaragua, además de considerarse el promedio mundial.
En términos relativos el IDH del país experimentó una disminución de 0.91% en el año 2020 con relación al 2019, al pasar de 0.771 a 0.764, en cuyo período la economía dominicana redujo su crecimiento económico en un 6.7, para luego incrementarse el IDH en un 0.4% en el 2021 respecto al año 2020, al registrar el año 2021 un índice de 0.767, año en que se recupera el crecimiento del PIB real con una tasa de 12.3%. Es importante destacar que, esta recuperación del IDH supera todos los años precedentes al 2019, lo que muestra no sólo la capacidad de resiliencia del país, sino también de mejorar, aunque levemente, los valores de los indicadores económico y social.
En términos comparativos, Chile experimenta una recuperación del IDH (0.4%) al mismo nivel que el país, con respaldo de un crecimiento de la economía de 11.7%; en tanto Nicaragua presenta un mejor resultado al incrementarse en un 1.99% su IDH, al pasar de 0.654 a 0.667, con un crecimiento del PIB real en el orden del 10.3%. Mientras, el promedio mundial mantuvo su tendencia a desmejorar el IDH, al disminuir en un 0.41%, en el 2021 respecto al 2020, con un crecimiento promedio de la economía mundial de 5.8%.
Los tres países mencionados experimentaron una mejoría de posición del IDH, siendo el más relevante el caso dominicano al pasar del puesto 88 en el 2018 al 80 en el 2021. Esto como resultado del mayor peso ponderado que significó el crecimiento del Ingreso per cápita de un 10.8% (corregido a precios de PPP) en el IDH, al pasar de $16,057 a $17,990 dólares. Mientras Chile, mejoró su Ingreso per cápita en un 5.3%, al incrementarse a $24,563 dólares, en el 2021, y Nicaragua en un 6.06%, al pasar de $5,284 a $5,625 dólares.
En lo que respecta a los demás compontes del IDH: el índice de años de vida al nacer (el cual es un proxi del comportamiento del sector salud), muestra un desmejoramiento de 1.5 años, en el 2021 respecto al 2019, en el caso dominicano que, si bien es prácticamente semejante al comportamiento mundial y chileno, es mayor al leve desmejoramiento de este indicador mostrado por Nicaragua, que apenas se redujo en 0.7 años. Fenómeno este que requiere cierta atención, pues Nicaragua con mucho menos recursos y dinamismo económico, mantiene expectativas de vida superior a la dominicana.
En tanto, los años de escolaridad mejoraron sustancialmente al pasar de 8.1 en el 2019 a 9.3 en el 2020, lo que significó una mejoría de 1.2 años, muy superior al cambio experimentado por Chile, Nicaragua y el promedio mundial, los cuales fueron apenas de 0.3, 0.2 y 0.1 años, respectivamente. Aunque, si bien mantenemos cifras superiores al promedio mundial y Nicaragua, estamos distantes de países como Chile que promedia los 11 años de escolaridad.
En lo que respecta a los efectos del incremento del gasto público, sugerido por organismos como la CEPAL a los fines de enfrentar las consecuencias de la pandemia, el país aumentó el gasto de 15.2% del PIB en 2019 a 20.8% en el 2020, es decir en 5.6 puntos porcentuales, muy por debajo del promedio mundial que se incrementó de 27.0% a 34.1%, y se mantiene por debajo de los niveles del gasto en Chile, cuyas cifras se establecieron en 26.3% en el 2020. Es importante resaltar las medidas de eficientización y ahorro del gasto, asumidas por las autoridades dominicanas, lo que ha permitido destinar recursos para enfrentar tanto la pandemia misma, como sus efectos, así como establecer subsidios a los combustibles a los fines de frenar las alzas inflacionarias.
Un dato interesante resulta de analizar el efecto del incremento del gasto en el IDH para contrarrestar los efectos de la pandemia, para lo cual se calcula la variación porcentual del IDH respecto a la variación del gasto. Así, se obtiene una especie de elasticidad, de cuyos resultados se puede observar que el país perdía menos puntaje en el IDH que Chile y Nicaragua, en la medida que incrementaba en un 1% el gasto. En términos numéricos por cada porcentaje incrementado en el gasto, el IDH se reduce en 0.025%, muy inferior al caso chileno y nicaragüense, los cuales muestran cifras de 0.078% y 1.51%, respectivamente. Lo que muestra en cierta forma una mejor efectividad del gasto, respecto a los países mencionados, aunque es prácticamente semejante al resultado de 0.021% del comportamiento mundial, lo que indica que el país se mantuvo en el promedio de la totalidad de los países a estos efectos.
En resumen, el Gobierno dominicano logró sobrepasar los efectos pandémicos y demás acontecimientos adversos de carácter mundial, con cierta eficiencia, pues mejoró el IDH y la posición del país en el listado de países, esto debido al restablecimiento del crecimiento del producto a los niveles de PIB potencial, la recuperación de la cobertura escolar que permitió mejorar los años de escolaridad, y claro está el manejo adecuado de la pandemia por la intervención oportuna de las autoridades sanitaria.
- El autor es Ph.D. en Economista.