
En expansionismo ruso: Quienes fueron por lana y salieron trasquilados
NUEVA LECTURA
Por BERNARDO HIRAN SANCHEZ MELO
Esta entrega tiene la intensión de revertir la creencia difundida por medios occidentales que tratan de presentar a las actuales autoridades rusas como la encarnación de una cleptocracia, poder sustentado en el Estado mafioso, que intentan anexar a Rusia territorios que no les pertenece, con el propósito de satisfacer intereses de grupos corporativos pertenecientes al entorno del presidente ruso.
Lo que resulta una concepción errada de un sistema que en realidad es demasiado complejo como para poder ser explicado tan solo en función de una supuesta corrupción orientada al enriquecimiento personal o de las maquinaciones de un único hombre y su séquito oligárquico.
Otro problema, no menos importante, es el abordaje de los acontecimientos contemporáneos relacionados con Rusia desde la perspectiva ahistórica, es decir desde el análisis simplista que no toma en consideración el suficiente conocimiento sobre la historia rusa, ni comprende, ni entiende el pasado de esa inmensa nación, lo que les dificulta a muchos poder dar sentido a todo lo que ha sucedido en Rusia durante los últimos treinta y dos años.
En ese orden, es importante destacar los acontecimientos históricos relativos a su expansión a través de más de doce siglos de su existencia como Estado. Para lo cual parto del criterio consistente en que, la expansión de Rusia se ha sucedido a partir de territorios conquistados a imperios o civilizaciones que han intentado subyugar a la nación eslava en diferentes periodos históricos desde su surgimiento en el siglo IX.
Veamos:
Prácticamente todo el territorio anexionado por Rusia ha sido producto de una contraofensiva de los rusos contra diferentes invasores a lo largo de su existencia, desde que surgieron como nación en el 862. Cuenta la historia que unas tribus eslavas del noroeste de Rusia, perpetuamente en guerra, tomaron la decisión conjunta de pedir a los Rus, una rama de los vikingos, que los gobernaran a los fines pacificar los clanes enfrentados.
Es así como al llegar tres príncipes hermanos, los Rus, luego de la muerte de dos de ellos, un tercero: Riurik, siguió gobernando Novgorod, la más importante ciudad del norte, hasta su muerte en 879, siendo su sucesor su hijo Oleg, quien conquistaría a Kiev en 882, momento en que se estableció la Rus de Kiev, el primer Estado Ruso.
Varios siglos después del surgimiento de lo que se considera el primer Estado Ruso, y específicamente en el 1223 apareció a las puertas de la ciudad amurallada de los rusos un inesperado ejército proveniente de las estepas del sur. Aquellos misteriosos jinetes habían sido enviados en misión de reconocimiento por Gengis Kan, jefe de las tribus mongolas, cuyo ejercito había conquistado ya China, Asia Central y el Cáucaso, convirtiendo la civilización mongola en el mayor Imperio territorial que haya existido sobre la tierra, estimado en unos 24 millones de kilómetros cuadrados.
Luego de devastar las ciudades rusas se retiraron a su vasto territorio en las estepas, pero en el 1237 volvieron a hacer aparición, esta vez en con un mayor número de guerreros mongoles, con la intensión de avanzar hacia el oeste para construir un imperio mundial a partir del control de las rutas comerciales de Eurasia.
Los jinetes luego de arrasar las ciudades rusas existentes se dirigieron al sur y capturaron Kiev, el 6 de diciembre de 1240, suceso que señaló el final de la Rus de Kiev, para seguir su camino hacia el oeste, hasta las llanuras húngaras. Con la destrucción de la Rus de Kiev por parte de los mongoles, se reemplazó el liderazgo de Kiev por el de Vladimir, ciudad posteriormente anexada por el Principado de Moscú (Moscovia) en el 1364.
Con la victoria de Kulikovo, un 8 de septiembre de 1380, se inicia el principio de la liberación de Rusia de los mongoles, quienes fueron sucedidos por los kanatos de Kazán, Astracán, Crimea y Siberia, así como por la Horda de Nogai, todos posteriormente conquistados por el naciente Imperio Ruso.
Es así, como los mongoles permanecieron más de tres siglos en Rusia, y no fue sino hasta la década de 1550 cuando los kanatos de Kazán y Astracán acabaron siendo derrotados definitivamente por Iván IV, El Terrible, permaneciendo únicamente el Kanato de Crimea, que sobrevivió hasta 1783.
De la conquista de los mongoles, Rusia había aprendido que el mejor modo de defenderse de las tribus tártaras era controlar la mayor cantidad de territorio posible en la estepa euroasiática, esto con el propósito de conquistar cualquier zona desde la que pudiera sufrir un ataque. El derrumbamiento del Imperio mongol y los estados que lo sucedieron abrió la estepa siberiana y el extremo oriente a la conquista y colonización por parte de Rusia.
El reinado de Iván el Terrible señaló el inicio del auge de Rusia como potencia imperial. Entre 1500 y la revolución de 1917, es decir en 417 años, el imperio ruso creció a un ritmo asombroso: un promedio de ciento treinta kilómetros cuadrados al día. Se expandió desde el núcleo de Moscovia hasta llegar a desplazar al Imperio Mongol, como el mayor imperio territorial del mundo, iniciándose la larga conquista rusa de Siberia con la anexión de Kazán.
Es decir, casi todo el territorio de lo que era el Imperio Mongol pasó a formar parte del nuevo Imperio Ruso, desde las fronteras de Polonia hasta el Mar del Este/Mar del Japón y desde los bosques de Siberia hasta el Golfo Pérsico, incluyendo los montes Urales y El Cáucaso.
En el siglo XVII, y específicamente a partir de 1608 con Rusia desgarrada por una guerra civil, las potencias extranjeras intervinieron en persecución de sus propios intereses. Suecos y polacos se apresuraron a sacar provecho de aquel caos. Los moscovitas se alzaron contra los polacos en 1612, unidos por la defensa de su religión ortodoxa, iniciando otra expansión, esta vez hacia el oeste, durante el siglo XVII, lo que se vio facilitada por la ausencia de fronteras naturales que hacían estos territorios vulnerables a los ataques.
En efecto, los rusos al ver un mayor peligro en el flanco oeste, dado el bloqueo por parte de Polonia y Lituania, unificadas en 1569, que impedían el acceso de Rusia al mar Báltico, y por otra parte a partir de reclamo de la mayor parte de los antiguos territorios occidentales de la Rus de Kiev, iniciaron la expansión rusa hacia occidente. Es así, como durante el siglo XVII Rusia duplicó su tamaño.
Luego, la invasión turca a Rusia por el sur significó otro acontecimiento que le permitió a la Rusia Europea, bajo el reinado de Catalina La Grande, expandirse hacia los territorios turcos. A raíz de la incursión turca, ésta resultó derrotada a manos de Rusia en la Guerra de 1768-1774, dando lugar a la firma de un tratado que le dio a los rusos su primer puerto en el mar Negro (Jerson), así como el puerto crimeo de Kerch, en el mar de Azov. Se destaca de este acontecimiento el control ruso de facto sobre el sur de Ucrania, hasta entonces dominada por el Imperio Otomano.
Varios siglos después, justo en el bicentenario de los sucesos contra Suecia y Lituania, en 1812, se inició otra conflagración. En esta ocasión contra la invasión de Napoleón y su Grande Armeé. Siendo Napoleón derrotado por el ejército ruso en 1813 en la batalla de Leipzig. En esa ocasión, los rusos consideraron una justa compensación por los sacrificios que habían hecho a la guerra, por lo que el zar Alejando exigió que se ampliase el territorio, quedándose Rusia con 2/3 del territorio polaco.
La conflagración mundial, de 1941-1945, dio como resultado una victoria de los Aliados en 1945 contra la Alemania de Hitler, dando lugar al surgimiento de un nuevo tipo de nacionalismo ruso, considerado por muchos historiadores más expansivo que antes, en vista de la rusificación de las repúblicas no rusas y de los territorios recién anexionados del oeste de Ucrania, Moldavia y el Báltico, así como lo haría también en los países de la órbita socialista de Europa del Este.
Producto de los resultados de la Segunda Guerra Mundial, otro evento relevante lo fue la ocupación total de la Isla de Sajalín. En efecto, a raíz de la Guerra Ruso-Japonesa de 1905, la isla de Sajalín había quedado en manos de los japoneses, sin embargo, con la victoria de los Aliados sobre el Eje Alemania-Japón, la Unión Soviética recuperó la posesión total del territorio tras derrotar a Japón.
Se añade a las Isla de Sajalín, las Islas Kuriles quedando incluidas en el óblast de Sajalín. Posteriormente, con base en el Tratado de San Francisco de 1951, Japón renunció a sus derechos sobre el sur de Sajalín, sin reconocer, no obstante, la soberanía rusa sobre ella. Actualmente este territorio pertenece a la Federación Rusa.
Como se puede colegir, a partir de todas las contiendas bélicas en que Rusia se ha visto envuelta el territorio ruso se ha expandido, dando lugar al país con mayor territorio continuo en la actualidad. Parece que la historia se repite en expirar, solo que en esta ocasión en un estadio superior de desarrollo de la humanidad en que los países en disputa disponen de armas letales capaces de hacer desaparecer de golpe y porrazo la civilización humana y todo cuanto habita en nuestra pequeña nave: la Tierra.
- El autor es economista, Ph.D.