Opiniones

Falacia contra Orlando

Por NARCISO ISA CONDE

Orlando Martínez Howley no era una figura pública en abril de 1965, ni militante político o dirigente estudiantil conocido.

La Voz de América (VOA) no lo incluyó en la lista de los 56 comunistas que supuestamente controlaban la revolución constitucionalista como dice la novela.

Entonces, Orlando no fue apresado en Las Matas de Farfán ni encarcelado en San Juan de la Maguana, muchos menos podría insinuarse “que se quebró frente a las torturas”.

A esa fecha decir que alguien se refirió a él y se ensañó en su contra, por ser uno los principales líderes comunista del país, es una solemne mentira.

Orlando era humano, pero no fue “ajeno”: se destacó en su familia, en la escuela, en su partido, en la sociedad, en el país y en el exterior… como periodista, intelectual, director de la revista ¡Ahora! y columnista de El Nacional; se destacó en la vida terrenal y en su trascendencia después de asesinado.

A Orlando “nada humano le fue ajeno”, por lo que estuvo lejos de ser una persona “ajena” a su pueblo, al país y al mundo que le tocó acompañar, observar y analizar.

Su militancia en el PCD, desde el 1963 al 1975, desmiente ese calificativo capcioso. Igual el producto de su pensar, de su escribir y de su accionar.

Orlando no fue “ajeno” al latifundio ni al accionar de los tres vampiros: Drácula Gulf and Western, Barnabas Alcoa y Drácula Falconbridge.

Tampoco a las derechas, la corrupción, el fascismo militar-policial, las injusticias, la dependencia y el entreguismo de Balaguer y cierta oposición. Sus asesinos no son “conjeturas”.

No es verdad que trató igual a las derechas y a las izquierdas, ni a todas las izquierdas. Él no debía decir que era del PCD.

Su rol social y político se lo impedía, pero lo ejercía en sintonía con su partido, desde una plataforma común creada a base de convicciones coincidentes.

Entre lo que él expresaba -contando siempre con un significativo aporte de la inteligencia y  la calificada política del PCD- había gran armonía.

Orlando nunca renunció ni se alejó del PCD. Nunca renegó del marxismo creador ni del combate a la clase dominante-gobernante del país y del planeta.

La novela panfletaria, dedicada a degradar y silenciar verdades y realidades, esa que usa la ficción mediocre para intentar disminuir un héroe del calibre de Orlando, no es una novela histórica.

Es un recurso para tratar de erosionar la actualidad y pertinencia de su obra.

¡Con razón esa novela fue editada y premiada por la Funglode de Leonel Fernández!

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