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La farsa de la «rendición de cuentas» de Luis Abinader
Por FELIPE LORA LONGO
Luis Abinader, en su rendición de cuentas, ha presentado un cuadro placentero de la República Dominicana, donde la economía supuestamente florece, el empleo crece y la pobreza desaparece. Pero la realidad del pueblo dominicano es otra: los salarios no alcanzan para vivir dignamente, los servicios públicos colapsan y las riquezas del país siguen en manos de unos pocos. Esta rendición de cuentas es un engaño, una orquesta de cifras que oculta la crisis que azota a los sectores empobrecidos y a la clase trabajadora.
Bonanza para las élites, hambre para el pueblo
Abinader alardea de un crecimiento del PIB del 5% y de récords en inversión extranjera. ¿Pero quién se beneficia de ese crecimiento? No son los obreros explotados en las zonas francas, ni los campesinos que luchan contra la importación de productos que destruyen su sustento. Tampoco los trabajadores que ven sus salarios devorados por la inflación.
Las leyes de incentivos a la inversión extranjera, como la Ley 158-01 de Turismo y la Ley 57-07 de Energía Renovable, han sido utilizadas para otorgar exenciones fiscales a grandes corporaciones, mientras el pueblo dominicano sigue pagando impuestos elevados. La Ley 392-07 de Zonas Francas ha permitido la consolidación de un sistema de explotación moderna, donde los trabajadores son sometidos a largas jornadas con salarios de miseria.
Dice que el desempleo ha bajado y que los salarios han subido. Pero en la realidad, el «aumento» del salario mínimo sigue sin alcanzar la canasta básica. Mientras tanto, los precios de los alimentos, la energía y el transporte siguen aumentando. Las riquezas del país se concentran en las manos de empresarios y bancos, mientras la población sobrevive con migajas.
Infraestructura para el negocio, no para los trabajadores y campesinos
El gobierno anuncia con bombo y platillo nuevas carreteras, puentes y políticas urbanísticas. Pero estas obras solo benefician a los grandes constructores y a quienes pueden pagar por ellas.
Mientras se invierten miles de millones en obras de «desarrollo», los barrios de Santo Domingo, Santiago y otras ciudades continúan sumidos en el abandono. El agua sigue sin llegar a miles de hogares, el servicio eléctrico (servicio de apagones) es deficiente y el sistema de transporte público es un desastre. No hay un verdadero plan para mejorar la calidad de vida de las mayorías, solo negocios disfrazados de políticas públicas.
Turismo y explotación ambiental
El «milagro turístico» que Abinader promociona tiene un alto costo para el pueblo dominicano. La construcción descontrolada en Pedernales, Miches y Punta Cana se hace a costa de los recursos naturales y de la dignidad de los trabajadores del sector. Mientras los inversionistas extranjeros amasan fortunas con hoteles de lujo, los trabajadores hoteleros son explotados con bajos salarios y largas jornadas.
Por otro lado, la amenaza de la minería sigue latente. La Ley Minera 146-71 otorga enormes beneficios a empresas extranjeras, permitiéndoles operar con escasas regulaciones ambientales y pagando regalías ridículas. El gobierno habla del «potencial» de la explotación de tierras raras en Pedernales, pero no menciona el impacto ambiental y social que esto tendrá. Es otro saqueo de nuestros recursos en beneficio de corporaciones extranjeras.
Además, la represión contra los activistas que defienden los recursos naturales se ha intensificado. La militarización de comunidades que se oponen a proyectos extractivistas y el encarcelamiento de líderes comunitarios son prueba del entreguismo disfrazado de desarrollo.
Educación y salud: promesas huecas
La educación sigue siendo un desastre. A pesar de la supuesta «modernización» del sistema, miles de niños estudian en condiciones precarias, sin docentes bien formados ni infraestructuras adecuadas. El 4% del PIB para la educación sigue abultando las cuentas bancarias de la oligarquía y los “contratistas” a través de proyectos mal planificados y contratos inflados.
En salud, se jacta de la construcción y remodelación de hospitales, pero la realidad es que la atención sigue siendo deficiente. Los hospitales no tienen insumos, los pacientes esperan meses por cirugías y las ARS siguen obteniendo ganancias récord a costa del sufrimiento del pueblo.
El mayor producto de exportación: los dominicanos emigrantes
Abinader no menciona la mayor fuente de ingreso de la economía dominicana: las remesas enviadas por los millones de dominicanos que han tenido que emigrar debido a la falta de oportunidades en su propio país. La crisis económica y la falta de empleos dignos han forzado a cientos de miles a arriesgar sus vidas cruzando fronteras en busca de una posibilidad de subsistencia.
¡Es hora de organizarnos y luchar!
Este gobierno ha dejado claro que no gobierna para el pueblo, sino para las élites empresariales y los grandes intereses económicos. Su “rendición de cuentas” no es más que un disfraz para ocultar la realidad de una población golpeada por la crisis, los bajos salarios y la falta de oportunidades.
Pero el pueblo dominicano no puede quedarse de brazos cruzados. Desde distintos rincones del país, organizaciones como la Coordinadora Popular Nacional están dando un paso al frente, convocando a la movilización y a la construcción de un modelo económico y social que realmente ponga en el centro a la gente trabajadora y no a los privilegiados de siempre.
No podemos esperar soluciones de los mismos partidos políticos que nos han fallado una y otra vez. El cambio está en nuestras manos, en la organización, en la resistencia y en la lucha por una República Dominicana más justa y soberana.
¡Es el momento de unirnos y exigir el país que nos merecemos!
27 de febrero del 2025.