Variedades

La increíble y feliz historia de las computadoras personales y sus abuelas desarmadas

Por BERNARDO HIRAN SANCHEZ MELO

  • La No Menos Inverosímil y Triste Historia de la Educación Dominicana y su Abuela Desalmada

Por allá, a mediado de los años setenta, a los veintidós días de un mes de abril, Guillermo Pimentel finalizaba de tipiar (del inglés type –teclear), las doscientas cincuenta páginas de su tesis de grado de medicina, en plantillas de esténcil, para luego reproducirlas, página por página, en una rotativa eléctrica. Largo y tedioso era el trabajo de reproducir los ejemplares de tesis, luego de haberse llevado a cabo todos los pasos que requiere la elaboración de un estudio de esa envergadura.

Útil, en tan importante proyecto, resultó su inseparable máquina de escribir mecánica marca Olympia. Para entonces una de las herramientas de trabajo más apreciada por los pocos mortales dominicanos dedicados a la educación superior. En esos tiempos, no tan lejanos, ni se soñaba, y hasta resultaba impensable,
disponer de Computadoras Personales. Por su parte, en nuestra UASD se utilizaba, para entonces, en Registro,
una de esas megacomputadoras marca IBM, la cual requería de tarjetas perforadas para almacenar y procesar los datos de los pocos miles de estudiantes matriculados.

En iguales o peores condiciones computacionales se encontraba la gran mayoria de las empresas dominicanas. Perfectamente recuerdo, que mi ingreso al tan añorado Colegio Universitario (CU), a principios de los ochenta, coincidió con mi primer trabajo en Calmest Dominicana, hoy Calmalquid Dominicana, consistente en operar una de las abuelas de las computadoras: una Maquina Borough electromecánica de Contabilidad Mecanizada.

Así las cosas, atentos a lo poco que podíamos disponer, la juventud de entonces, en términos de tecnología de la informática, mi hermano y yo, decidimos adquirir, vía correo, la recién lanzada computadora Sinclair ZX Spectrum, de origen británico, que apenas tenía un microprocesador de tan sólo, ríase usted, 8 bites, y memoria RAM de 16 Kb, incluía un intérprete del lenguaje BASIC, en tanto los datos se almacenaban en una grabadora de casetes y como monitor se usaba la televisión de la casa, de esas de transistores (abuelas de las televisiones a tubo).

Eran interminables las horas de labor intensa, tratando de programar en lenguaje Basic una que otra simple operación aritmética, pero, aun así, nos sometíamos al rigor de la faena creativa de la programación.

Hoy en dia, a 30 años de aquellas hermosas y aleccionadoras experiencias, al encuestar a mis estudiantes de quienes tienen computadoras en sus casas, prácticamente tres de cada diez me confirman tener una, y prácticamente todos tienen acceso a computadoras, ya sea en la Universidad, o de amigos o de negocios particulares. En tanto, la magia del internet llega también a todos de una u otra manera.

Visto en perspectiva, de una generación de hace 30 años, en donde se lanzó el Apolo 11, con una computadora, considerada para entonces modernísima, con apenas 1 KB de memoria RAM, 12 KB de memoria ROM y que funcionaba a la increíble velocidad de 1 Mhz, comparada a los tiempos actuales en que escribo esto en una computadora que no se eleva mucho de los estándares, tiene 2 millones más de RAM, 33.3 millones más de memoria en disco duro (comparándola con el ROM) y una velocidad 4 mil veces mayor, es como medir la distancia del cielo a la tierra.

Lo único que, hoy en día, no obstante toda esa tecnología de la informática y las comunicaciones, nuestra gran mayoría de estudiantes apenas sabe leer, escribir y hacer una que otra operación aritmética.

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