Opiniones

La peligrosa transición

Por ARSENIO HERNANDEZ FORTUNA

(De la hegemonía de EEUU (Occidente) a la de China (Oriente)*)

1 de 2

Lo primero que debemos tener en cuenta cuando se tratan los asuntos geopolíticos hoy es que vivimos en un período de transición de la hegemonía de una potencia occidental (Estados Unidos) a la de una oriental (China). No es la primera vez que la humanidad se ve en un trance como este, pero es el momento histórico más peligroso en el forcejeo milenario por el predominio de una nación poderosa sobre otras.

Desde que se fundaron las primeras ciudades-Estado (Ur, Uruk, Accad) en la antigua Sumer o Sumeria (actual Iraq) cada centro urbano trató, en su momento de apogeo, de imponer las reglas en su entorno. Esta tendencia fue más notoria en la época de la gran Babilonia, capital del imperio neosumerio (S. XX a. C.); la cual elaboró el primer conjunto de leyes, el famoso código de Hammurabi, con las normas propias de aquella urbe.

Es más conocido el relato sobre las ciudades-Estado griegas, especialmente Atenas y Esparta, en el siglo de Pericles, el V de la Antigüedad Clásica, cuando quedó mejor definido el conflicto creado entre una potencia emergente que amenazaba el predominio de otra ya establecida, terminando casi siempre en una guerra prolongada; es la llamada trampa de Tucídides, narrada con precisión en la famosa Historia de la Guerra del
Peloponeso. Otro ejemplo clásico es el de Cartago contra Roma.

En los últimos cinco siglos, comienzos del XVI al XXI, a grandes rasgos la hegemonía mundial ha estado en manos de España, durante todo el siglo XVI hasta mediados del XVII cuando se firmó la paz de Westfalia (1648); momento en que surge Francia como potencia hegemónica en el continente europeo. En la segunda mitad del siglo XVII Holanda emerge como potencia naval y comercial hasta que fue superada al final de esa centuria por Gran Bretaña. Esta mantiene la hegemonía todo el S. XVIII, el XIX completo hasta mediados del
XX cuando todavía dominaba el Sudeste asiático y Canadá, entre otros grandes territorios.

Con la guerra franco-prusiana (1870-71) la Alemania unificada por Prusia arrebata la hegemonía a Francia en Europa hasta el sol de hoy, a pesar de las grandes pérdidas de la I y II guerra mundial. El poderío militar de Alemania creció tanto en esos tres cuartos de siglo que Inglaterra y Francia juntas no podían derrotarla, por lo que intervino EEUU en la I Guerra Mundial y luego la entonces Unión Soviética y EEUU, en la II GM. De esa terrible conflagración de 1939 al 45, con más de 50 millones de muertos, surgieron las llamadas superpotencias: EEUU y la URSS, las que compartieron la hegemonía mundial hasta 1990.

Al inicio de la década de 1970, los estadounidenses comenzaron a entenderse con los chinos, tras varios viajes secretos de Henry Kissinger a Pekín y la visita de Richard Nixon a Mao Tse Tung en 1973, con el posterior establecimiento de relaciones diplomáticas y el ingreso de la República Popular China al consejo de seguridad de la ONU, como miembro permanente en lugar de Taiwán.

En los años 74 y 75 vinieron a este país varios académicos estadounidenses a dirigir unos seminarios sobre historia, política y economía de EEUU en el Instituto Cultural Domínico-Americano. Ellos hablaban entonces de la “latinoamericanización” de la política estadounidense. Esto significaba inestabilidad porque en el 1972 había tenido que renunciar el vicepresidente Spiro Agnew por un caso de corrupción y en 1973 renunció el mismo Nixon por el Watergate. EEUU se vio así con un presidente, Gerald Ford, no electo por los llamados grandes electores surgidos de cada estado por el voto popular.

En 1975, EEUU fue derrotado en Vietnam y esa victoria produjo un gran auge del Movimiento de Países no Alineados que deseaban tener relaciones con ambas, sin subordinación.

En 1976 fue electo Jimmy Carter cuya presidencia se debilitó con la toma de los rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, en 1979; año en que, sorpresivamente, la entonces Unión Soviética invadió Afganistán y meses después China intervino Vietnam. Con esas dos acciones militares cambió dramáticamente la correlación internacional de fuerzas. Hasta ese momento se había visto una gran potencia agresora (EEUU) que era frenada en escenarios como Vietnam con el apoyo de las otras dos potencias consideradas socialistas. Desde 1979 en adelante en el escenario mundial se mueven tres grandes potencias, cada una tratando de afianzarse en su respectiva área de influencia.

En la década de 1980 se discutía la posibilidad de que Japón superara a EEUU como primera potencia económica mundial, gracias a su extraordinaria producción de autos y electrodomésticos. Estaba tan arraigada esa idea que cuando colapsó el régimen soviético, a principios de los 90, y EEUU tenía dificultades económicas que impidieron la reelección de George Bush padre, un conocido ejecutivo empresarial, Lee Iacocca, escribió esta curiosa frase: “Terminó la guerra fría. Ganó Japón”. Sin embargo, por una de esas ironías de la historia Japón se estancó en esa década. Algunos analistas dijeron que había caído en una trampa al comprar demasiados bonos del Tesoro de EEUU.

Fue entonces la década del noventa cuando EEUU emergió como única superpotencia, se hablaba del poder unipolar; hasta los primeros años del presente siglo cuando despertó el dragón chino, tras las reformas iniciadas por Ten Siao Ping en 1978. En pocos años, el PBI de China superó al de Francia, luego Inglaterra, Alemania y Japón hasta colocarse como la segunda potencia económica a precios corrientes. Pero con la paridad por poder adquisitivo, según el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, ya China es la primera potencia económica mundial, desde el 2014.

La rivalidad económica por sí sola es motivo suficiente para que haya roces, forcejeos e incluso guerra entre esos dos grandes países. Y hay que agregar las diferencias culturales.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba