La política tradicional en América Latina
Por EMMANUEL ABREU REYES
Quizás esté lloviendo sobre mojado, pero desgraciadamente la población dominicana es tan policromada en cuanto a diversidad de pensamiento, que hay muchas personas que todavía se han dejado confundir con Danilo, Abel, y el PLD, y también con un muerto político como Leonel Fernández, que pese a su desastroso desempeño en el poder, pretender retornar al control del Estado.
Ya han olvidado que los políticos y su cúpula familiar y dirigencial que han gobernado y gobiernan, han saqueado a esta ya empobrecida nación y han multiplicado la deuda externa del país, acumulada desde el año 1996 para acá.
Igual pasa casi en toda Latinoamérica, es decir, políticos que sólo le interesa su enriquecimiento personal.
En nuestro país la política es sólo un burdo negocio; si no, sólo hay que preguntarle a Miguel Vargas Maldonado, y a ese grupo de senadores y diputados, que sin ninguna formación académica, pero «expertos en bancas y rifas de aguante», compran la curul por millones, y después hay que dejarles hacer lo que les dé la gana, para recuperar con creces lo invertido.
Aquí no se excluye el dinero de drogas; esto los hace ser supuestos ganadores cada cuatro años, por eso cambian de partido, según la oportunidad que les ofrecen, para continuar pegados de las arcas del Estado, y continuar con todos esos privilegios irritantes.
Un problema a resolver, desde luego, es que aquí los presidentes de la República se van creyendo pequeños reyes, como si fuera esto una monarquía, por demás prometen de todo cuando están en campaña, hasta de resolver los problemas de la electricidad y el agua que escasamente llega a muchos hogares, o sencillamente no llega.
Tampoco reducen la inseguridad ciudadana, ni los problemas de la seguridad social, ni la de los medicamentos, cada vez de peor calidad y carísimos, tampoco el problema de la basura. No obstante, hacen túneles y elevados, con materiales de ínfima calidad; son obras que se ven y tienen efectos electorales. Sabido es, que aquí cada Presidente no se concentra en los 4 años que tiene por delante, sino en la reelección para el siguiente periodo de gobierno.
Esto está pasando en casi todos los países de América Latina. El problema de mezcla con unos dirigentes de derecha o ultraderecha, como acaba de acontecer en Argentina, y como ocurrió con Jair Bolsonaro en Brasil, que ahora Luiz Inácio Lula da Silva está tratando de superar esas miserias.
En nuestra realidad y otros donde predomina el mismo sistema político, económico y social, los ricos se unen por dinero a los que pueden ganar la Presidencia del país en cuestión. Por demás, el sistema en la República Dominicana entrega a cada partido reconocidos y aceptados por los que tienen el control del Estado, montos económicos millonarios, los cuales pagamos de impuestos.
El dinero que sale de nuestro esfuerzo, generalmente van a ingresar los bolsillos a los principales dirigentes de los partidos y entelequias políticas, verdaderas sanguijuelas.
Cuando llegan al poder se olvidan del pueblo trabajador y se dedican a favorecer a los ricos.
Como sabemos las clases no se suicidan, por eso vemos que van dándole prisión domiciliaria a quienes están imputados de practicar la defraudación al Estado, luego de pasarse una corta temporada en la cárcel; en cambio el infeliz imputado de un robo menor, verdaderos marginados sociales resultado de la práctica excluyente del sistema y de los gobernantes, por lo general llevan largos años presos sin haber recibido la asistencia de un abogado defensor ni comparecido nunca ante un juez para la medida de coerción.
los presidentes y los «aparados de seguridad» son parte de la inseguridad ciudadana, por la descomposición que les caracteriza.
Tenemos que buscar otras opciones, para un cambio verdaderos, donde el pueblo sea el protagonista de su destino; falta la organización de los trabajadores, profesionales, ciudadanos honestos que emprendan la lucha política y social, pero nos libere de este sistema de opresión, que se ha agotado y no resiste más parches.