
Pacto de clase e inserción en la derecha
Por LILLIAM OVIEDO
En 1924, Antonio Gramsci descartó que el partido fascista italiano (que desde el gobierno había asesinado al socialista Giacomo Matteoti) pudiera convertirse en un “partido de gobierno normal” y afirmó que Benito Mussolini “no posee del estadista y del dictador más que algunos pintorescos gestos exteriores: no es un elemento
de la vida nacional, es un fenómeno de folclore campesino, destinado a pasar a la historia en la categoría de las distintas máscaras provincianas italianas más que en la categoría de los Cromwell, los Bolívar, los Garibaldi”.
Un siglo después, en el principal centro de poder imperialista el espectáculo electorero pone a debatir a dos sionistas mentirosos e incapaces. ¿Son estadistas o simples actores perdidos en un guion imposible de organizar frase por frase?
Delitos hay para enrostrarle a un orden saqueador y criminal. Hay que citar ofensas a la libertad como el encarcelamiento de Julian Assange por denunciar el saqueo de reliquias, el tráfico de mercenarios, el secuestro y la tortura.
¿Y cómo no mencionar la masacre que todavía no cesa en Gaza y que ejecuta un ejército financiado por el poder imperialista? ¿Y qué decir de la conversión de Ucrania en asiento del fascismo primero y en escenario de guerra después debido a la expansión ilegal de la OTAN? Las agresiones a Siria, Libia y Yemen son ofensas puntuales.
El despojo a Venezuela y el bloqueo contra Cuba persisten sin ser condenados como burdo ejercicio colonialista por medios de comunicación creados, sostenidos y financiados por el gran capital.
A estos hechos hay que ligar los nombres de Trump y de Biden, no solo a las confusiones que alguna enfermedad degenerativa haya hecho notorias en el discurso de Biden y al delirio acentuado en la personalidad de Trump, esa mitomanía que lo lleva a pronunciar frases hilarantes y a prometer que solucionará todos los problemas.
¿Cómo describir el mal llamado liderazgo europeo, que acepta el papel de subordinado en cada aventura imperialista cobijada bajo la bandera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y comandada por el poder hegemónico?
Ni los pensadores como Gramsci, Lenin o Rosa Luxemburgo, ni los creadores como Balzac, Molière o Bertolt Brecht conseguirían palabras y frases para describir los efectos de la decadencia en esos dirigentes, que a su vez no alcanza para describir la caducidad del orden vigente.
Al fascismo en cualquiera de sus versiones, como hace un siglo, recurre el capitalismo en su intento de perpetuarse, y en el nacionalismo rancio busca dar apariencia de legitimidad a la dominación de clase.
Por eso se difunde el discurso de odio contra los migrantes pobres, el rechazo a los refugiados y el cierre de las fronteras.
Más ridículos que Mussolini son Trump y Biden, pero son exponentes del sistema de privilegios.
Abinader y sus similares
Si figuras caricaturescas son los dirigentes de la subordinada Unión Europea como Jens Stoltenberg, Emmanuel Macron, Rishi Sunak, Keir Starmer, Pedro Sánchez o Andrzej Duda o Ursula von der Leyen, títeres de visibles hilos son los gobernantes serviles de América Latina.
Un botón de muestra es José Raúl Mulino, quien antes de tomar posesión como presidente de Panamá anunció el acuerdo que se proponía firmar con Estados Unidos al reunirse con el apátrida cubano Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional, para el financiamiento de un programa de deportaciones. ¡A guardafronteras del poder hegemónico aspiró Mulino siempre!
De paso, presenta la migración como tema de seguridad nacional. Eso es absorber en forma acrítica la doctrina de la derecha y de la ultraderecha.
No es casual que Luis Abinader mantenga su condición de protegido del imperialismo actuando como vecino solicitante de la invasión a Haití y construyendo un muro en la frontera.
Muestra en cada acción su compromiso con el impulso a la derecha y con el atraso político a nivel global.
La marca del clasismo y del atraso en República Dominicana se percibe también en la política interna.
La creación de la Dirección Nacional de Inteligencia legaliza formas imperdonables de coerción a la libertad de expresión. Es una ley anacrónica y autoritaria.
Anacrónico es también el Código Penal que se propone aprobar el Congreso. Una pieza misógina que además legaliza formas inaceptables de abuso.
Al paquete hay que agregar la mal llamada Alianza Público-Privada. Se revela como recalcitrante el gobierno encabezado por Luis Abinader, pero se pone de manifiesto que el compromiso con el atraso político es asumido por encargo de la clase dominante y lo suscriben todos los servidores de esa clase, incluyendo los opositores de derecha (de algún modo hay que llamarles).
La derecha nacionalista y la derecha globalista son aliadas contra el avance político, y esto hace urgente la toma de conciencia. Es en la lucha contra ese sector y no en alianza con algunas de sus facciones que se puede impulsar el avance político y la integración de las mayorías.
En el centro imperialista se busca la continuidad y el fortalecimiento de la derecha colocando en el escenario figuras como Kamala Harris, J. D. Vance y Marco Rubio.
En República Dominicana se echa mano de Omar Fernández, David Collado y figuras similares para el mismo fin, pero de lo que se trata es de insertarlos en el esquema internacional de la derecha a través de la actividad pública dirigida a fortalecer los negocios privados.
Luis Abinader, Hipólito Mejía, Leonel Fernández y el propio Danilo Medina (este último dejó la Presidencia hace apenas cuatro años, desacreditado y convertido en pieza sacrificable para los grupos a los cuales sirvió) buscan el relevo en la reproducción de las ideas de derecha y en la continuidad del servilismo.
Pero un lacayo, con rostro joven o arrugas como marca del tiempo, es un representante del atraso y un continuador del entreguismo, del clasismo y hasta del patriarcado. Es la repulsiva definición de lo caduco.
El poder mediático disfraza esta realidad por su compromiso con los sectores que la sustentan. Y llama asesino a quien atentó contra Donald Trump mientras se ahorra calificativos para los dirigentes políticos que apoyan a Israel sin importarles la sangre derramada en Gaza y mira hacia otro lado ante la muerte de cuarenta y nueve haitianos en un intento por sobrevivir a la crisis y ante la desaparición de miles de seres humanos procedentes de Asia y África en mares que son vías hacia otras zonas.
La ilegitimidad del esquema de dominación se hace obvia, del mismo modo que su carácter saqueador y criminal… Títeres y titiriteros intentan ocultarlo. La obligatoria tarea de convertir en fracaso ese intento es preciso realizarla mediante el impulso a la toma de conciencia.
Hay que tumbar las máscaras al fascismo y a la derecha en su conjunto.