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Ruidos de altos decibeles provocan contaminación sonora en San Juan de la Maguana

Por ARMANDO PASCUAL MADE

SAN JUAN DE LA MAGUANA.- La violación a la ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales se ha incrementado en esta ciudad, con respecto a la contaminación sónica, sonora o acústica mediante el uso indiscriminado de unidades móviles anunciadoras, los conductores de motocicletas, vehículos livianos y pesados.

Se han multiplicado las unidades de disco light, motocicletas sin tubo de escape, vehículos con bocinas, cajones, kitipó con música con alto volumen, que exceden  los decibeles permitidos por la referida disposición y que afectan la salud de la población.

De acuerdo a la Ley 64-00, la contaminación sónica consiste en sonidos que por su nivel, prolongación o frecuencia afecten la salud humana, la calidad de vida de la población y el funcionamiento de los ecosistemas, sobrepasando los niveles permisibles legalmente establecidos.

Gravedad de la contaminación sonora

El ambiente ensordecedor es más grave de lo que parece, porque ya se ha convertido en la “cultura de la bulla”, como ocurre con las personas que hablan en un tono tan alto, como si padecieran de sordera, que se puede escuchar con toda claridad a 10 o 15 metros del emisor.

Se suma al problema de la contaminación sónica, el ruido de los vehículos sin tubo de escape y la incursión de grandes autobuses de pasajeros, así como camiones, con procedencia de Santo Domingo y otras ciudades, con destino al municipio de Las Matas de Farfán, El Cercado, entre otros, o a la Provincia de Elías Piña, y que en ambas direcciones transitan por la Avenida de Circunvalación o por el mismo centro de esta población.

Toque de bocinas

El toque de bocinas de esos vehículos es la más alevosa de las imprudencias, cometidas por choferes que no guardan el mínimo respeto por los demás ni por la regulación de los semáforos; cruzan las vías con los esos reguladores del tránsito en rojo; es común que toquen las bocinas a otros conductores, advirtiendo o amenazando de esa manera, para que violen la luz roja y le abran paso para ellos ir a la delantera.

Las unidades anunciadoras

En cuanto a las unidades anunciadoras, se aprecia que no tienen límites de horarios para escandalizar con decibeles (volumen de los equipos emisores) muy por encima de lo permitido por la Ley 64-00.

En esta ciudad, es frecuente que algunas de esas unidades tomen las calles desde las 6:00 de la mañana o después de la 6:00 de la tarde, en el primer caso interrumpiendo el sueño de las personas y su derecho al descanso y también en el otro caso: esa conducta es motivada porque el silencio en ese horario le permite a sus promotores ser escuchados con claridad, aunque están violando el derecho de los ciudadanos y violando la Ley.

Los vehículos con bocinas estruendosas y música a todo volumen, también circulan por vías circundantes a centros de salud públicos y privados, escuelas, colegios, iglesias, así como destacamentos militares y policiales, palacios de Justicia y del Ayuntamiento Municipal, residenciales, con la mayor impunidad.

Los decibeles

En el caso de silbatos, bocinas, disparos de cañones, fuegos artificiales no debería nunca superar una presión sonora pico de 140 decibeles en los adultos y 120 decibeles en los niños.

De acuerdo a la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente, la contaminación sónica consiste en ruido que por su nivel, prolongación o frecuencia afecten la salud humana, la calidad de vida de las personas, población y el funcionamiento de los ecosistemas, sobrepasando los niveles permisibles legalmente establecidos.

La sordera de las autoridades

Por lo visto, la contaminación sonora en esta ciudad ha dañado el aparato auditivo de las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente, de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y de Transporte (Digesett) y de la Policía Nacional, que no se dan por enteradas de la contaminación sonora de esta ciudad, otrora tranquila por el ambiente sin ruidos dañinos para la salud.

Por la indiferencia de las autoridades, es que los antisociales circulan en vehículos, a muy alta velocidad, en muchos casos conductores sin licencia, vehículos sin placa ni seguro de Ley, entre otras lindezas, con música alta y los cristales bajos para atormentar a los demás, sin importar la hora del día, noche o la madrugada.

Descrita la situación que padecen los residentes y visitantes en esta ciudad, todo parece que no es de la preocupación de las autoridades que tienen que velar por el respeto y que regula el tránsito vehicular; esa penosa indiferencia es el motivo de los que violan las disposiciones al respecto, los cuales se comportan como “chivos sin ley”.

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