San Juan de la Maguana, boleros, intérpretes y bohemia
Por LUIS RAMON DE LOS SANTOS (Monchín)
El bolero de sangre, ese que se mete hondo en el mismo centro del alma, y que tanto puede hacer el bien como el mal, tuvo en el San Juan de los 40,s en adelante sus nichos preferidos; ciertamente para la época nos gobernaba una dictadura militar que tenia patente de corso para meterse hasta en lo que tú debías escuchar en los momentos de esparcimiento, no éramos únicos en ese entramado de limitaciones; es verdad y eso a mi juicio incentivó la capacidad inventiva de la gente para ubicar sus legítimos deseos de esparcimiento y diversión alejados de la periferia citadina.
La estricta censura que nos ahogaba se flexibilizaba por lo menos una semana al año al celebrarse en el mes de octubre la famosa y esperada «Semana aniversario de La Voz Dominicana», por cierto, común y erróneamente llamada «Semana aniversaria». Durante siete días, los mejores exponentes del arte popular a nivel mundial y local desfilaban desde las 8:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche, por los tres canales de la entonces «La Voz Dominicana», feudo personal del teniente general José Arismendy Trujillo Molina, alias «Petan».
Sin hacer mucho esfuerzo mental puedo recordar que por allí desfilaron las mas brillantes luminarias internacionales durante siete días de boato, esplendor y lujo, desde Pedro Vargas hasta Libertad Lamarque, Ima Sumac, Los cuatro hermanos Silva, Daniel Riolobos, Antonio Prieto y María Antonieta Pons, por solo mencionar una minúscula parte de los mismos y del solar Lope Balaguer, Casandra Damirón, Tony Curiel, Gerónimo Pellerano y una cubanita que se enamoró del país y se quedo hasta el ultimo día de su vida: Esther Valladares.
El preámbulo para el desarrollo de este artículo era necesario, por dos razones fundamentales: El pueblo dominicano en su conjunto se enamoro del bolero a través de esas estelares presentaciones en La Voz Dominicana y porque a conocerlo y amarlo en las voces de sus interpretes más connotados, las radioemisoras que se instalaron después de la caída del régimen de Trujillo obligatoriamente tuvieron que incluir en su programación diaria, espacios de difusión del mismo.
Nuestro país no podía ser la excepción, y específicamente en San Juan de la Maguana, desde la instalación de su primera estación radial en el año 1957, «La voz de Quisqueya», nombre que luego cambiaria a «Radio San Juan, la voz de Quisqueya», los programas de boleros incentivaron la aparición de voces que hasta entonces habían permanecido en el anonimato… y paso a citar algunas de esas, desconocidas para la nueva generación, pero venerados por los que las disfrutamos hasta la saciedad: Juan Memela, Hungría Mesa, Danilo Mesa, María Antonieta Ronzino, Altagracia Félix, Sigfredo Piña, los hermanos Valenzuela Pons, Juan Namnúm, Demóstenes Sánchez (El azuano), Roger Valenzuela y una nueva camada encabezada por Félix Sabadino Rodríguez (Saba), Ramon Valenzuela y Frank Estepan, por sólo mencionar tres.
De los centros de diversión sanjuaneros, cuyas velloneras por solo cinco centavos literalmente te «amargaban» la vida, recuerdo al siempre amado bar El Laurel, El Tupinamba, La terraza de Gautreaux, El bar del Indio y como dejar de mencionar los emblemáticos templos del desahogo «El Marien», «Pobre», «La Maderencia», «Toñita» y Viola». Allí se escuchaban boleros de verdad…»acuérdate, acuérdate de mí, en las noches igual que en tus días, si te nubla la melancolía, acuérdate, acuérdate de mí…»