
Urge sepultar un orden fascista y criminal
Por LILLIAM OVIEDO
Causa pena la muerte a balazos de Charlie Kirk, pero no por ello deja de ser indignante que la
ultraderecha haya utilizado la juventud y el carisma de este activista del más rancio
conservadurismo para fomentar el racismo, la homofobia, la xenofobia, la misoginia y otras
formas de discriminación y, peor aún, que lo presente como héroe a las nuevas generaciones.
Las palabras de Donald Trump, las del vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance, y
las de otros demagogos, de poco vale comentarlas. A nada conduce el intento de analizar la
sinceridad de quienes se pronunciaron durante el sepelio (el domingo 21 de septiembre) y en
los primeros momentos posteriores al hecho, el día 10. Vance y Trump son dos
ultraderechistas y fueron mentores de Kirk, patrocinadores y beneficiarios de su activismo.
Ese activismo fue dirigido a mostrar como necesaria la alianza del poder estadounidense con el
gobierno de Israel. El mismo día en que fue baleado Charlie Kirk, murieron en Gaza, bajo el
fuego israelí, decenas de personas, víctimas cuyos nombres no figuran en los diarios.
La sonrisa de Kirk fue utilizada para opacar la eliminación de miles de sonrisas que sembrarían
alegría en una zona infestada por el hambre y condenada al sufrimiento por el saqueo criminal
de que es objeto.
Vance y Trump, quienes figuran entre los exponentes de esta política de odio, tienen que
patrocinar el discurso por la discriminación y seguir disfrazando de avance la aceptación de la
exclusión y el abuso. ¿A qué otro fin va dirigida la comparación del migrante con el invasor de
un espacio íntimo, de la mujer con el ser incapaz de concebir ideas profundas y del negro con
el ente irracional que debe ser conducido por otro para no caer en el vicio? ¿Cuándo dejó de
ser asqueroso y mendaz este retorcimiento?
Agentes del atraso
Vance, en su momento, realizó la misma labor que Kirk. ¿Entes dialógicos? No, portadores del
odio a quienes el poder no se limita a abrirles puertas, sino que los envía y dirige, porque,
parafraseando a Rosa Luxemburgo, el poder teme a la rabia de los oprimidos, pero es mayor el
temor a su toma de conciencia.
En cuanto al asesinato de Kirk, el tratamiento público ha sido el que se da a otros casos de
violencia. Los organismos de seguridad se empeñan en mostrar a un atacante solitario y
demente, envenenado por el discurso de sectores que no se empeñan en definir. Trump y
Vance han señalado esta vez al ala demócrata que ellos consideran radical y de izquierda (no
temen al ridículo). ¿Qué más pueden decir a un pueblo que paga por una protección de
cuestionable efectividad?
No cuestionan, por ejemplo, la venta libre de armas de asalto y la escasa exigencia para
portarlas. La ultraderecha se apega a la Segunda Enmienda y la defiende de manera casi
unánime.
No abandonó esta posición cuando en 1981, fue baleado el entonces presidente Ronald
Reagan (otro ente de odio). Además de Reagan, fueron heridos varios de sus acompañantes.
James Brady, entonces secretario de prensa de la Casa Blanca, fue postrado en silla de ruedas
hasta el final de su vida (en el año 2014).
Charlie Kirk presentaba como signo de libertad el derecho a portar armas. Comparaba las
muertes causadas por esa práctica con los accidentes que pueden resultar por el uso de
cualquier otro objeto.
Tras el funeral de Kirk, hay que decir que urge sepultar el atraso del cual fue defensor, un
atraso que tiene como marco la sociedad de clases, ese tipo de sociedad en cuya defensa Kirk
comprometió su voz.
Vance, Trump y otros agentes de la dominación seguirán sembrando antivalores, disfrazando
de legítima defensa el genocidio y de justa dirección el saqueo.
Como dijo Mario Benedetti (el uruguayo que nunca será pasado y que en este septiembre
cumplió 105 años), la consigna es joderles el proyecto.
Porque su proyecto es seguir utilizando las redes sociales para difundir antivalores y no para
defender la inclusión, la tolerancia y el respeto a la dignidad humana. Su proyecto es mantener
bajo control corporativo los medios de comunicación tradicionales para continuar negando la
lucha de clases mientras la clase dominante, que sí existe y acciona, pone sello de ilegales a
millones de personas y les niega derechos fundamentales.
Que descanse en paz Charlie Kirk y que encuentren consuelo sus hijos y su viuda, pero no se
puede tomar receso en la lucha por desmontar un orden excluyente y criminal fundamentado
en el saqueo y en la discriminación. Los deberes de conciencia hay que cumplirlos sin descanso
y sin sujeción a horario…