Dominación y atraso político
Por LILLIAM OVIEDO
A propósito de la selección de Abel Martínez como candidato presidencial por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) los medios de comunicación hablan de la campaña y de las alianzas previsibles. El compromiso con el sistema les impide llamar la atención sobre el fuerte vínculo entre la delincuencia común y la delincuencia política y sobre el interés de la clase dominante en fortalecer el atraso político para seguir disfrazando de ejercicio democrático las más grotescas formas de dominación, entreguismo, abuso y despojo.
Cuando en el año 2001 el PLD renuncia de manera formal a la política de cuadros, no solo busca en forma descarada el dinero sucio, también pasa a una etapa superior de colaboración con la clase dominante fomentando el atraso político.
No es casual que ahora, cuando el capitalismo global se apoya en el avance del fascismo para perpetuarse, la dirección del PLD opte por un candidato que se presenta como racista y como fascistoide.
Lejos de convertirse en auténtico partido político, el PLD se constituye en asociación de saqueadores similar al Partido Reformista Social Cristiano, concebido como maquinaria de fraude electoral para eternizar en la Presidencia de la República a Joaquín Balaguer, y al Partido Revolucionario Dominicano, que nació carcomido por la división y podrido por la negativa de sus dirigentes a identificarse con las mayorías.
Abel Martínez, con 50 años y una fortuna de más de tres mil millones de pesos que exhibe con descaro sin explicar cómo el derroche del cual hace gala parece favorecer su aumento en lugar de mermarla, formó parte de la insultante oferta que presentó el PLD para unas primarias que fueron, en realidad, un impulso a la actividad politiquera y un recurso para mantener en los medios de comunicación a protegidos de la clase dominante desacreditados por un ejercicio probadamente sucio.
Los otros cuatro candidatos fueron la ex ministra de Trabajo Maritza Hernández, la exlegisladora Karen Ricardo, la exvicepresidenta Margarita Cedeño y el exprocurador Francisco Domínguez Brito.
Entre esos “presidenciables” ligados todos a la corrupción y a la impunidad, ganó el que ha tenido acceso a fondos más abundantes y puede figurar en cualquier alianza, pues tiene fuertes vínculos con Leonel Fernández y durante el último período de gobierno de Danilo Medina se mantuvo en el cabildo de Santiago incluyendo en las nóminas municipales el pago a los favores politiqueros, haciendo amarres y cometiendo abusos bajo la protección de los grupos ultraconservadores.
En el año 2017, tras ser interrogado sobre el caso Odebrecht, emitió una declaración prefabricada. Dijo que quien haya cometido algún delito que pague por ello. ¡Como si tuviera él las manos limpias! Fue presidente de la Cámara de Diputados entre los años 2010 y 2016, cuando por ese hemiciclo pasaron (por encima y por debajo de la mesa) contratos sobrevaluados y pagos irregulares, pero fue protegido en el marco del pacto de impunidad.
En el año 2017, Yomaira Medina (la hermana de Danilo Medina), quien lo sustituyó en la presidencia de la Cámara de Diputados, denunció que había un faltante de 700 millones de pesos.
Es obvio que se convirtió en presidenciable entre sus iguales, quienes han preservado su protagonismo en el proyecto de saqueo.
El costo del espectáculo
El pacto de impunidad ha impedido que Danilo Medina sea investigado dos años después del inicio de los procesos contra sus hermanos, cuñados y colaboradores cercanos.
Y ha impedido también que Leonel Fernández e Hipólito Mejía sean siquiera cuestionados. El bien ganado prestigio de la actual procuradora general de la República, Miriam Germán Brito, no convierte en independiente a un Ministerio Público que no puede (y muchos de sus integrantes no quieren porque tienen vínculos con expresidentes corruptos) tomar decisiones que pongan en peligro la continuidad del espectáculo politiquero.
La fortuna de más de cuatro mil millones de pesos del presidente Luis Abinader y la de más de tres mil millones del ahora candidato Abel Martínez no son objeto de investigación, como no lo son las ejecutorias de los gobiernos de Leonel Fernández y de Hipólito Mejía ni los negocios de dirigentes politiqueros que se insertaron en el sistema de la mano de los representantes del balaguerismo rancio cuyas asquerosas fortunas todavía financian campañas.
El compromiso con la impunidad figura en el precio del espectáculo y también la colocación del sello de legalidad a fortunas que son hijas de la podredumbre.
Y el abuso en escena
El gobierno encabezado por Luis Abinader, es un régimen empresarial que presenta como avance la privatización y como signo de progreso la expropiación de los bienes públicos. Pero también es un gobierno entreguista y abusador que pone en manos de la Embajada de Estados Unidos la decisión en áreas estratégicas, se suma a la campaña contra Rusia, que es una identificación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), solicita intervención militar para Haití y fomenta el racismo y el odio que impulsan los sectores más atrasados de la vida dominicana.
En el fomento al racismo y al odio, llega a los hechos. En noviembre del año pasado el propio Abinader, sobre varias crónicas que daban cuenta de que mujeres haitianas eran sacadas de los hospitales dominicanos, declaró que “continuará la detención y repatriación de embarazadas haitianas”.
Si los analistas y seudoanalistas oficialistas no pudieron destacar que esto es inhumano, fue porque pesó más el compromiso con el atraso político que la conciencia de que es necesario un ejercicio periodístico limpio y sin dobleces.
Es el compromiso que les ha impedido condenar la construcción de la verja perimetral, el muro en términos llanos, en la frontera, con una inversión de miles de millones que bien pudieran ser empleados en el desarrollo de esa zona.
¿Cuál es la acción política más destacada de Abel Martínez si no el abuso cometido de manera ilegal contra haitianos y haitianas en las calles de Santiago a quienes los escopeteros del cabildo han expulsado y hasta golpeado?
En la competencia electoral están: el presidente acaudalado, entreguista y abusador; el candidato del PLD, en la gracia de los grupos nacionalistas ultraconservadores por tener las mismas marcas, y el expresidente Leonel Fernández, discípulo de Marino Vinicio Castillo y aliado de su claque. ¿Quién llama elecciones a este sainete de pésimo gusto?
No es casual, entonces, que los grupos patrioteros ultraderechistas cometan agresiones contra quienes demandan que se respete la soberanía de Haití, que el gobierno se haga cómplice de estas acciones, ni que los medios de comunicación controlados por los consorcios más poderosos presenten como patriotas a bandoleros de oficio.
Hay que llamar la atención de cierta “izquierda” que presenta como tema de seguridad nacional la migración y reclama el cumplimiento de leyes elaboradas e impuestas por los sectores que personifican el atraso político.
Con esta postura se hace el juego a la derecha a nivel nacional y global. A los grupos ultraconservadores que en Italia y en otros países han avanzado sembrando el miedo, y a los sectores imperialistas que, utilizando a la OTAN como brazo armado, se empeñan en perpetuar el orden hegemónico.
La clase dominante quiere mantener su inserción en un orden mundial inhumano y dispuesto a apoyarse en los grupos ultraconservadores, e impulsa el atraso político porque teme que los oprimidos entiendan que en el espectáculo politiquero siempre serán perdedores.
Como dice Bertolt Brecht en Loa de la dialéctica:
“Cuando hayan hablado los que dominan,
hablarán los dominados.
¿Quién puede atreverse a decir «jamás»?
¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros.
¿De quién que se acabe? De nosotros también.
¡Que se levante aquel que está abatido!
¡Aquel que está perdido, que combata!
¿Quién podrá contener al que conoce su condición?
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana
y el jamás se convierte en hoy mismo”.