En defensa de reforma
Por JUAN TAVERAS HERNANDEZ
No hay reforma fiscal buena en el mundo. ¡Eso no existe! Sin embargo, son necesarias. En algunos casos, como en el que nos ocupa, necesaria.
Todos los sectores políticos, económicos y sociales estaban de acuerdo con la obligatoriedad de elevar la carga tributaria del país y reducir el déficit fiscal, por ejemplo.
Usted puede estar de acuerdo o no con algunas de las medidas anunciadas por el presidente Luís Abinader. Es su derecho. Nadie se lo puede negar. Ahora bien, el gobierno no podía darle más larga a los cambios. Yo, al igual como muchos otros, no estoy de acuerdo con algunas de las propuestas del presidente. Por ejemplo, ampliar la base del ITEBIS, sin reducirlo, a un diez o doce por ciento, me parece inadecuado. Puedo citar otras de las medidas anunciadas que considero deben ser analizadas y revisadas.
La reforma no debe perjudicar a los más débiles. Eso es un axioma. Que el que más tenga, sea quien más pague. No al inverso, como suele suceder en la República Dominicana. Reducir la brecha que separa a ricos y pobres, debe ser una meta del gobierno, al igual que reducir la evasión fiscal y la informalidad.
El presidente Abinader ha tomado una decisión peligrosa con la reforma. Pero no le quedaba de otra. Es una acción responsable, propia de un estadista consciente del papel histórico que debe adoptar en beneficio del país. Sabe que puede pagar un precio político por su decisión responsable. Más no puede ser de otro modo. El todo (el país), siempre será más importante que cualquiera de sus partes.
La reforma fiscal debió hacerse hace años. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) debió hacerla, pero Leonel Fernández ni Danilo Medina, quisieron asumir el costo político. Actuaron de manera irresponsables posponiendo los cambios que demandaba -y aún demanda- la sociedad dominicana.
Leonel Fernández y Danilo Medina fueron dos irresponsables.
En el 2002, tras la crisis financiera del gobierno, por la quiebra fraudulenta de algunos bancos, Hipólito Mejía se comportó “como un macho de hombre” enfrentando los problemas sin importarle el costo político. Gracias a su comportamiento serio y responsables, Hipólito salvó el sistema financiero nacional, como lo reconocieron los banqueros años después. El presidente Mejía actuó como jefe de Estado, no como dirigente político. Colocó los intereses del país por encima de los intereses políticos personales y de su partido.
La crisis bancaria fraudulenta le costó el poder a Hipólito Mejía y al PRD.
La crisis bancaria comenzó durante la gestión de Leonel Fernández, que, sabiéndolo, se hizo el “chivo loco” y no la enfrentó. No hizo nada para detenerla. Al contrario, fue cómplice de la misma.