Opiniones

Sistema de partidos RD

Por JUAN TAVERAS HERNANDEZ

El sistema de partidos de la República Dominicana debe ser renovado para convertirlo en un soporte ideal y legítimo del sistema democrático, para lo cual es imprescindible, el cumplimiento fiel de las leyes, sobre todo de la ley electoral cuyo órgano, la Junta Central Electoral, es la responsable de aplicar rigurosamente, cosa que no hace, debilitando así a los propios partidos, y, consecuentemente, la débil democracia que sostiene el régimen político vigente.

Por lo tanto, es fundamental, que la JCE sea un organismo fuerte, confiable, competente, sin ataduras políticas o partidarias, en el que todos podamos creer y confiar.

La llamada “clase política” es la responsable de la crisis política, de la degradación, de valores éticos y morales de los llamados líderes, que actúan al margen de la ley electoral que ellos mismos aprueban en el Congreso.

(Un ejemplo que ilustra lo que digo: El expresidente Leonel Fernández no podía ser candidato a la presidencia de la República después de haber perdido la convención del partido del que fuera presidente, pero formó o compró un partido para presentarse en las elecciones, colocándose por encima de la ley.

La Junta Central Electoral, en violación a su propia normativa, lo permitió sin ninguna consecuencia, creando un precedente inaceptable.

En este país todo lo que está prohibido, taxativamente en la Constitución y sus leyes adjetivas, está permitido. Ninguna institución en el país está más desacreditada y degradada que la justicia en sentido general.

No existe un solo órgano judicial que merezca la confianza del pueblo dominicano.

El sistema judicial dominicano tiene un sello de clase indeleble, que solo funciona cuando se trata de ciudadanos humildes, sin abolengo ni recursos económicos que les permita contratar o comprar abogados, fiscales y jueces.

(Justicia para los pobres enviándolos a la cárcel, impunidad y libertad para los ricos).

Los partidos funcionan como empresas corporativas las cuales les permite a sus dirigentes más influyentes acumular fortunas a través del Estado.

El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) se transformó en una poderosa maquinaria estatal corrupta para beneficio de sus principales lideres, aquellos que “entraron con chancletas y salieron en yipetas”.

Fue durante su “era” del PLD, no la “era” de Trujillo, que los dominicanos nos convertimos en un pueblo de “ludópatas”, convirtiendo los juegos de azar, en la única esperanza de conseguir dinero.

En este país hay más bancas que escuelas, universidades y centros culturales. Cada grupo en el PLD tenía su propio consorcio de bancas, permitiendo que mucha gente del bajo mundo integrara el poderoso ejército de “banqueros”, “riferos”  que luego se convirtieron en diputados y senadores.

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