
Los boleros del Marien
Por LUIS RAMON DE LOS SANTOS (Monchín)
La vida sanjuanera transcurría lenta durante la «Era de Trujillo», tan lentas como suelen ser las horas cuando anochece temprano. A las nueve tras una larga procesión de bostezos y estiramiento de piernas ya todo el mundo estaba en su casa obedeciendo a un toque de queda involuntario y oficialmente nunca declarado.
Era común atisbar por el ojo de una cerradura indiscreta el paso infernalmente lento de los carritos «cepillo», minúsculos monstruos alemanes que fueron maternidad y cuna del terror,..
Dentro de esos receptáculos infernales de cuatro ruedas dos o tres espías de la dictadura, «calieses» los bautizaría el pueblo, aterrorizaban con su sola presencia.
Era clásica su figura: sombrero de ala corta, chacabana y la presencia imponente de una ametralladora «Thompson» más un revólver calibre 38 de cañón semi largo. Los que osaban estar fuera de su casa se arriesgaban a ser capturados, interrogados, golpeados y asesinados así era todo en la Era pero como dice una conocida balada interpretada por José José «nada dura para siempre, hasta la belleza cansa y el amor acaba…».
El año 1961 significo para el pueblo dominicano el descabezamiento de esa tiranía implacable y por consiguiente la atenuación gradual de sus temores ancestrales, desaparecieron del escenario nacional algunos de los más conspicuos miembros del régimen, el valor de la gente se vistió de azul, rojo y blanco y una generación de jóvenes nos dimos a la tarea de ubicar los lugares en los cuales por un peso y cincuenta centavos podíamos dar rienda suelta al potro sexual reprimido: los prostíbulos.
Era una especie de desahogo que envolvía varios factores, por un lado, el experimento del gozo vertical en posición horizontal, y por el otro, gritarle al mundo que ya éramos libres de vocear sin que necesariamente ese grito fuera un «Viva Trujillo».
El bolero estaba de moda, la vellonera evacuaba por cinco centavos los mejores tres minutos de la historia…»pobrecita golondrina que aventuras por los mares del placer y del dolor, pobre piedra peregrina que rodando por el mundo vas detrás de un nuevo sol…». Ah, qué bien lo dijo nuestro Luis Kalaff.
Entre trago y trago, amargue, humo y son, se descorrían las cortinas de la inhibición al compás de la voz aguardentosa del inmenso Daniel «Virgen de medianoche, virgen esa eres tu…», poema musical de inmensas endechas ofrecido al mundo por el mejicano Pedro Galindo como tributo casi agónico a las mujeres que poblados sus cabellos de medias noches y amanecidas, entregaban su tributo carnal al más generoso de los postores.
Si amigos, todo ese drama existencial se reciclaba noche a noche en El Marien la escuelita de la avenida Anacaona como la bautizara el trovador Juan Memela, carnal eterno de Hungría Mesa, trovadores y bohemios de alta gama y extraordinaria resistencia etílica.
Al fondo del gran salón cómoda y provocativamente sentadas las muchachas esperaban al agraciado, eran dulces y hermosas ataviadas con lo mejor que podían comprar, señoras de la noche, peregrinas sin amor, arrabaleras o en mejor y más filosófico de los casos hetairas, muchachas religiosamente tristes tan tristes como una canción de Lara: “…y tú te vendes, quien pudiera comprarte, quien pudiera pagarte un minuto de amor…».
Nadie puede negar que el cabaret sanjuanero cumplió una función importante, en él se conseguía el escape ideal a las represiones emocionales allí se conseguía el beso con olor y sabor al cigarrillo Hollywood a veces dado con desgano por una de esas a las que Federico Baena les canto: «me emborracho porque llevo como ellas una en el alma una tragedia…».
Quizás usted no lo crea, es su derecho, pero le aseguro que muchísimas de las mujeres de El Marien fueron más que amantes de ocasión, amadas permanentes, de eso doy fe, les doy mi testimonio : una de esas noches de pocos clientes y muchas ganas llegue al cabaret, tras una mirada al entorno la vi, para impresionarla saque del bolsillo una moneda de 25 centavos tras colocarlos en la caja de música se dejaron escuchar los primeros acordes del bolero de Roque Carbajo interpretado por el Trio Los Panchos titulado: «Recuerdos de ti»… » hoy que te encuentras solita tan lejos de mí no sabes cuánto te extraño y sufro por ti…».
Ella había llegado al cabaret una semana antes, en su rostro advertí más que malicia mucho miedo, tras los primeros escarceos le propuse escoger la próxima canción y que la bailáramos, aún recuerdo su tibia piel, por un momento quise extender hasta la misma eternidad el dulcísimo discurso que brotaba de las cuerdas de Armando Vega y su trio Casino Tropical, …acuérdate, acuérdate de mí, en tus noches igual que en tus días…
Años más cuando ya se han borrado de mis sentidos el olor de su piel de ébano evocó a Reyna Balcácer y con ella a los boleros del Marien, los boleros del cabaret, los más sentidos del mundo porque no solo hablan de amor, sino que en muchos de ellos se retrata la enorme e injusta indefensión de esos seres a quienes unos llaman prostitutas y otros como yo, peregrinas sin amor…