Contaminación por ruidos de vehículos, música alta y guaguas anunciadoras atormentan a sanjuaneros
Por ARMANDO PASCUAL MADE
SAN JUAN DE LA MAGUANA.- Miles de ciudadanos que sufren la “epidemia” de la contaminación sonora, tanto en el centro como en la periferia de esta ciudad, están desesperados porque las autoridades pertinentes no actúan para disminuir la contaminación sónica o acústica provocadas por vehículos sin «mofler» o silenciadores, o por el contrario por la colocación de resonadores con el propósito de provocar ruidos,
Esta ciudad ha pasado de una urbe tranquila, como se conocía en décadas pasadas, a una de las más ruidosas del país, por la inacción de las autoridades que no hacen cumplir la ley 64-00 de Medio Ambiente y Ley 287-04 que sanciona ruidos que superan los decibeles tolerables por el oído humano.
Entre los bullosos, se encuentran ahora vehículos oficiales que son usados para promover a precandidatos a puestos públicos, algunos con gigantes afiches del presidente de la República, Luis Abinader, y de los expresidentes Leonel Fernández y Danilo Medina.
Las guaguas anunciadoras no se quedan atrás, promoviendo la venta de productos alimenticios; otras que pregonan la compra de metales y «baterías viejas»; vehículos con los cristales bajos y música con altísimos decibeles, con el propósito de hacer ruido y molestar a los ciudadanos que descansan en sus hogares, incluso en horas de la noche y la madrugada.
Esta contaminación afecta no sólo los hogares, sino también planteles escolares (que pronto reiniciarán la docencia), así como la universidad; iglesias, destacamentos policiales, Palacio de Justicia, Palacio del Ayuntamiento, mientras realizan sus actividades, en el mismo centro de la ciudad.
Los fines de semana, que se supone es para descansar y esparcirse, se convierten en verdaderos infiernos, donde se destacan los vecinos bullosos, que arman un «teteo» sin importarles las molestias de sus más cercanos. Algunos llegan al límite de cerrar las calles, con la indiferencia de las autoridades de las distintas instituciones.
También se destacan los establecimientos de expendio de bebidas alcohólicas, donde los parroquianos se «divierten» en plenas vías públicas cerrando el paso de vehículos y peatones, sin que nada pase para corregir una flagrante violación a la ley.
En esos lugares, no sólo se ingiere alcohol, sino también sustancias alucinógenas y narcóticas, donde algunos parroquianos portan armas de fuego con permiso legal o sin él.
En distintos puntos de la entrada de la ciudad, en particular en el entorno del Arco del Triunfo, y pasada las 8:00 de la noche hasta la madrugada, se ha tornado en una especie de bacanal, donde con toda «normalidad» se escucha música a todo volumen, se ingiere alcohol, drogas narcóticas y se riñe con la moral en presencia de niños y adolescentes.
Según médicos consulados, la contaminación sonora, sónica o acústica provoca agitación respiratoria, aceleración del pulso, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza y, ante sonidos extremos y constantes, gastritis, colitis o incluso infartos.
La legislación que busca enfrentar la contaminación sonora a menudo se torna en letra muerta para amplios sectores de la sociedad. La Ley 287-04 sobre prevención, supresión y limitación de ruidos nocivos y molestos procura endurecer sanciones y multas contra quienes violenten esa disposición, pero finalmente no se cumple el mandato.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sugerido a los países de América Latina generar más espacios tranquilos y libres de ruido en las ciudades.
Ya se sabe, según estudios, que los ruidos intensos exponen a jóvenes a riesgos auditivos. El ruido constituye un acuciante problema de salud.
San Juan de la Maguana tiene que retornar a la tranquilidad, para bien de las familias y las actividades productivas de la sociedad, por lo que se espera una pronta respuesta de las autoridades para corregir el ruido y el desorden «institucionalizado».