Variedades

Definiciones liricas sobre el bolero

Por LUIS RAMON DE LOS SANTOS (Monchín)

(Con especial dedicatoria a mis amigos boleristas General Winston Anico y locutor Franchi Ventura)

I

El bolero nuestro de cada día permite un develado intercambio pasional que enciende y encandila el alma como matriz de las pasiones más allá de lo tangible y razonable, desborda la capacidad de resistencia y es al mismo tiempo un bálsamo mitigante de las añoranzas más íntimas, esas cuya maternidad reside en el mismo hondón del alma y que como si fuera poco, taladra la capacidad de raciocinio.

El bolero puede ser alta poesía y ¿por qué no? un compendio de cursilería. Como en todo lo que tiene que ver con la creación humana hay boleros medularmente «malos» aun respetando el motivo de su creación estimo que por la cursilería de sus letras se auto descomponen, de esos no quiero hablar y les dejo la no muy agradable tarea de identificarlos, respetándole a cada cual su gusto.

Dentro de mis parámetros personales el bolero es una especie de amigo fiel que nos perdona, no nos juzga y hasta sirve como exorcismo contra los demonios pasionales, es celestino que con la complicidad de su poesía sonorizada se convierte en grito desesperado capaz de horadar valles y montañas con la facilidad y la gracia del vuelo de un águila.

El bolero representa el encuentro prohibido que sirviendo de ropaje transparente denuncia los compases interiores quizás para que todo el mundo sepa cuanto amamos, deseamos, celamos, esperamos y sufrimos por otro ser y sus circunstancias, por eso quiero hablarles de ese mensajero desinteresado que transporta el grito desesperado del amante en la distancia…»hoy que te encuentras solita, tan lejos de mí, no sabes cuanto te extraño y sufro por ti…

II

El bolero es testigo del encuentro prohibido, cómplice de una y mil batallas horizontales después de la verticalidad de un beso, «acércate más y más y más, pero mucho más…». En Latinoamérica el discurso del bolero ha sido tradicionalmente usado como introito a una declaración de amor y también como expresión de una despedida dolorosa: «nosotros que nos quisimos tanto, debemos separarnos, no me preguntes más, no es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te adoro y en nombre de este amor y por tu bien te digo adiós…».

Dentro del amplio espectro de los sentimientos humanos no hay arista que no haya sido tocada por los artesanos de la música, se le ha cantado al amor imposible: «Un imposible amor me está matando sin piedad…», a la entrega sin límites carnal y/o pasional: «Esta vez quiero entregarme a ti en una forma total…»; a la desesperación: «Adelante quien quiera que sea, que me esté tocando las puertas del alma…».

Hay amores que se van dejando tras de sí una estela de dolor, para esas experiencias desgarradoras, el bolero tiene su receta musical de esperanza: «…cuando vuelvas nuestro huerto tendrá rosas, estará la primavera floreciendo para ti…».

Con el bolero nos identificamos y hacemos nuestras sus letras: «ese bolero es mío, desde el comienzo al final’… Es esa maleabilidad temática que permite cantarle a tantos temas diferentes lo que da al bolero su universalidad y para esa muestra lo constituyen temas como aquel que reza: «pobrecita golondrina que caminas por las calles del placer y del dolor…».

III

Hay sin embargo dos temas muy poco tratados por los compositores: los padres y la esposa, esto quizás se deba a la idiosincrasia misma del bolero cuyos temas se centran alrededor de sentimientos cuasi primitivos como lo son el amor carnal rayano en la lujuria, la venganza, el desprecio, la esperanza, el desengaño, los celos etcétera.

En suma, el bolero es la medicina ideal para todos los padecimientos del alma…»canción del dolor, envuelto en un sabor de llanto…».

Podría considerarse entonces que es un amigo que nos presta su lirica para envalentonarnos: «aunque me cueste la vida sigo buscando tu amor…».

Nada, amigos lectores, un bolero al caer la tarde es la medicina perfecta para cualquier dolencia en cuyos síntomas se incluyan la pena honda de un desamor, la esperanza de un reencuentro, una petición que aspira a ser correspondida o la dulce muerte de una despedida a destiempo…

 

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