Opiniones

El caos del transporte

Por JUAN TAVERAS HERNANDEZ

Qué alguien me diga que piensa hacer el gobierno con el caos del transito terrestre. Los tapones, de dos y hasta de tres horas, mañana, tarde y noche, de lunes a lunes, son insoportables?.

Le sugiero al presidente Luís Abinader convocar a una mesa técnica de los funcionarios que forman los distintos organismos oficiales vinculados al tránsito terrestre, incluyendo, si es posible, a los dirigentes de las principales empresas del área para que presenten un plan para reducir los accidentes y las muertes de ciudadanos, tanto nacionales como extranjeros, en nuestras calles, avenidas y carreteras.

Los accidentes de tránsito constituyen una de las causas principales de muertes en la República Dominicana. ¡De hecho somos el primer país del mundo en accidentes de tránsito! El gobierno está obligado a tomar las medidas que sean necesarias para evitar que mueran tantas personas en nuestras vías. Cerca de dos mil personas mueren todos los años en las calles, avenidas y carreteras.
El costo material, no sólo en dinero, sino social y psicológico, es enorme.

En la mayoría de los accidentes están involucrados los motociclistas, al igual que en los robos, asaltos y otros delitos. En más de un 65% de los accidentes están vinculadas las motocicletas. El saldo siempre es trágico.

Y es que en el país hay alrededor de cuatro millones de moto, la mayoría sin matricula, porque se traen al país por piezas, luego se arman y se venden sin ningún control o reglamentación. El parque vehicular de la Republica Dominicana es muy grande, con más de cinco millones, doscientos mil para el 2021.

En este país es más fácil adquirir financiamiento para un vehículo que para una casa o apartamento. La mayoría de los bancos y los dealers financian la adquisición de vehículos nuevos y usados. La saturación no parece preocuparles a las autoridades.

El problema no es solo la cantidad de carros, yipetas, motocicletas, camiones y patanas que circulan en todo el territorio nacional, el problema es la falta de planificación, de control, de educación y de las consecuencias que deben pagar los infractores de la ley que regula el tránsito en el país.

Hay que invertir recursos; muchos recursos en la “Policía de Tránsito”, entrenándolos, especializándolos, adoctrinándolos para que sean guardianes de los conductores, obligándolos a cumplir la ley, sin excepción, para que haya consecuencias para los infractores, no importa quienes sean, civiles o militares, dirigentes políticos o funcionarios gubernamentales.

Este tiene que ser uno de los pocos países del mundo donde, debajo de un semáforo inteligente, que no discrimina, colocan a un agente analfabeto, contribuyendo con los enormes y fastidiosos tapones.

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