El tambor
Por Pedro Conde Sturla
La multitud -solemne- como un inmenso río de dolor contenido, como un brazo de mar de lágrimas vertidas, como una sola voz inaudible, como un silencio a voces estruendoso y solemne. Repito que solemne.
La inmensa multitud de rojo enrojecida, seis kilómetros de roja y arrojada, enrojecida multitud allá en Caracas. La amada Venezuela solidaria.
Y al frente de la misma una ráfaga verde -de verde verde olivo-: los soldados que cargan al caído. Sus compañeros de armas, sus compañeros de alma.
La multitud que marcha hombro con hombro, corazón con corazón, con miles de corazones latiendo como un solo corazón, la multitud que marcha con todos los corazones redoblando como un tambor.
El tambor que redobla y ronca hondo y rasgado bate y bate, con todos los corazones redoblando en tambor que bate y bate.
Redoble de tambor en el temblor de la hora.
Redoble de tambor en el temblor de la hora fatídica.
Redoble de tambor en el temblor de la hora fatídica y gloriosa.
Redoble de tambor rasgado y ronco, hondo redoble de tambor ronco y rasgado para el caído.
Infinito redoble de tambor –de todo corazón- para el caído.
● De un miembro de la vieja guardia del ex Partido Comunista Dominicano, soldado del coronel Caamaño, escritor y maestro.