Opiniones

En Colombia, se gesta golpe de Estado blando

Por RAMON ANTONIO VERAS

I.- Aspiración de los pueblos a su liberación

Dicen que “nunca es bueno cambiar de caballo cuando se está cruzando un río”- eslogan que se utilizó durante una campaña electoral para justificar la reelección del presidente Joaquín Balaguer. 

El presidente Luís Abinader pronto anunciará su aspiración de continuar al frente del gobierno cruzando un río, largo, ancho y caudaloso, con fuertes corrientes subterráneas, capaz de arrastrar a cualquier jinete inexperto a las profundidades. 

Luís asumió la presidencia en medio de una crisis como pocas veces se han visto, fruto de la pandemia del coronavirus, que puso en Jaque al mundo, paralizando las inversiones, deteniendo el sistema productivo, elevando los costos de todos los productos, principalmente los alimenticios y los carburantes; el turismo se fue al suelo, los empleos se perdían en masa, la industrias cerraban, al igual que las zonas francas, el sector agropecuario casi colapsa.  

En fin, Abinader encontró un país prácticamente en ruinas, una ruina no solo económica, sino moral, fruto de la hiper corrupción que reinaba durante los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana de Leonel Fernández y Danilo Medina. Sin embargo, el país salió rápidamente del hoyo, increíblemente. Lo reconocen organismos internacionales y gobiernos amigos.  

El gobierno de Abinader dio cátedras del manejo de la crisis sanitaria. No reconocerlo sería envidia o mezquindad. La economía se recuperó notablemente al igual que el empleo, el turismo, la industria, las zonas francas, etc. Por orden expresa del mandatario, que es economista de profesión, con estudios avanzados en la materia, dentro y fuera del país, se tomaron las medidas para que los sectores más vulnerables no fueran los más perjudicados.  

Miles de millones de pesos se invirtieron a través de políticas públicas correctas y efectivas. El gobierno protegió, tanto a los pobres como a los sectores productivos para que ninguno de los dos fuera perjudicado, logrando así la paz pública y la gobernabilidad. 

Y no bien la República Dominicana salía airosa del Covid-19, estalló la guerra de Rusia, Ucrania Estados Unidos y Europa del Este a través de la OTAN, con sus nefastas consecuencias para la paz y la gobernabilidad mundial. Hemos sido de los países menos afectados tanto por el COVID, como por la guerra, gracias lógicamente, a la política desarrollada por el gobierno. 

Luís Abinader ha sido, pues, un estadista en todo el sentido de la palabra, ganándose el respeto y la admiración de su pueblo y de otros líderes mundiales que lo han felicitado por el correcto manejo de las crisis que ha tenido que enfrentar. Ha sido difícil, no hay dudas, pero el presidente llevó certidumbre en medio de la incertidumbre.  

Probablemente se han cometido errores en el camino, pero los aciertos han sido muy superiores. La balanza se inclina a favor del presidente Abinader. Es por eso que “nunca es bueno cambiar de caballo cuando se está cruzando un río”. 

Ahora bien, algunos sectores, incluso dentro del propio Partido Revolucionario Moderno consideran que “Luís tiene que relanzar el gobierno” cambiando o sustituyendo una buena parte de los funcionarios del gabinete. Probablemente sea cierto, pero ¿por qué si en medio de tantas dificultades el gobierno ha sido exitoso? Es verdad que no todos los funcionarios han dado “pie con bola”, que se han producido ruidos innecesarios, que más de uno ha demostrado deficiencia o incompetencia, que no han estado a la altura ni marchado al ritmo del jefe de Estado, los cuales, en su momento, tendrán que ser sustituidos.  

Creo, eso sí, que el presidente debe hacer una evaluación, a tres años de gestión, y con un proyecto reeleccionista en marcha. Los funcionarios deben ser sustituidos o cambiados en función de sus respectivas competencias, tomando en cuenta el compromiso político-partidario, los aportes que les hacen tanto al gobierno como el presidente como al partido, no para complacer el morbo ni determinados intereses alejados de los intereses del país y del propio presidente Abinader. 

En manos del presidente Abinader y del PRM, a partir de la actual coyuntura, está la decisión de producir cambios en el gobierno, de “relanzarlo”, como plantean muchos. 

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