Opiniones

Izquierda transformadora

Por NARCISO ISA CONDE

Ser de izquierda transformadora no es un mote sin contenido. No es una pose. Ni un calificativo sin méritos constantemente renovados y ampliados.

No es una denominación vacía, fría, seca…No es un título perenne, capaz de resistir cualquier falta. Tampoco un status per se. Ni tiene que ver con privilegios y poder para sí o para una claque.

No guarda relación armónica con neoliberalismo, fascismo, corrupción, clientelismo, soborno, tráfico de influencia, reparto de cargos, cobro de comisiones a empresas privadas, otorgamiento de contratos sobrevalorados o créditos privilegiados.

Ser de la izquierda transformadora es todo lo contrario al abuso de poder, al egoísmo, las injusticias, la deshonestidad personal y política, la manipulación, la extorción, las desigualdades, las injusticias, la explotación de seres humanos, la depredación y contaminación ambiental, la usura, el crimen, el saqueo, la discriminación de cualquier género o color.

Es un permanente ejercicio de sensibilidad social y humana, de solidaridad para con los/as demás, de moralidad cotidiana. Es un compromiso con lo justo, la verdad, la honestidad. Con lo ético y social en función de un proyecto generador de bienestar colectivo y felicidad.

Es una concepción del poder que se construye desde abajo, se desarrolla y se “toma” para transformar la sociedad, erradicar los males acumulados, independizar el país, respetar y crear libertades y derechos, servir a la sociedad sin servirse de ella, para ofrecer conocimientos y capacidades, para avanzar cada vez más hacia la superación del poder que se ejerce temporalmente hacia “el no poder”.

Es democracia de verdad, participación sin trabas, poder de decisión del pueblo, poder popular. Es feminismo, anti-racismo, anti adulto-centrismo y ambientalismo… enfilados contra el sistema dominante y opresor. Es condenar la homofobia y la xenofobia.

Es antiimperialismo, anticapitalismo, socialismo participativo y creador. Es internacionalismo revolucionario, no simple interés de Estado.

Es revolución social, cambio profundo, multiculturalidad. Es liberación nacional y social, lucha por la autodeterminación del pueblo y del estado nacional, por la emancipación del trabajo del yugo del capital. Es innovación y renovación constante.

Se puede ser de izquierda todo el tiempo, incluso hasta después de la muerte. Es lo óptimo. Se puede ser de izquierda un tiempo menor o mayor, para luego dejar de serlo. Algo a la vez meritorio y cuestionable.

Tiene sus propios grandes méritos ser una izquierda más moderada que la izquierda del cambio radical, pero claramente anti neoliberal, soberana, militante en el antimperialismo y la solidaridad, partidaria de un mundo multipolar cada vez más justo y solidario.  A lo López Obrador y Claudia Sheinbaum.

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