Opiniones

Sometimiento y discriminación, dos nombres de la violencia

Por LILLIAM OVIEDO

En noviembre de 2024 fue `electo` como presidente de Estados Unidos un hombre imputado por agresiones sexuales. Se habla de violencia contra las mujeres cuando en la Casa Blanca está próximo a instalarse un misógino confeso.

Es pesada herencia el patriarcado. Es larga la lista de disquisiciones acerca de la plenitud de la condición humana de la mujer. Y es indignante que, a punto de concluir el primer cuarto del siglo XXI, siga siendo necesario repetir que la mujer es un ser humano.

Hay que reiterarlo, porque persisten legislaciones dieciochescas en materia de derechos sexuales y reproductivos sin tomar en cuenta que eso atenta contra la integridad de las mujeres.

Además, en la letra y en el ejercicio, se apaña la violencia de género, porque se invisibiliza la violación sexual en el matrimonio y se niega el concepto de igualdad en la escuela y en la interacción formativa con las personas jóvenes.

Esta realidad no solo es palpable en países subdesarrollados en los cuales la educación conserva rasgos esenciales del carácter confesional heredado de la Edad Media, también en los países desarrollados.

Según cifras oficiales del año 2023, noventa y cuatro mil mujeres sufren abuso sexual cada año en Francia, y de cada mil casos reportados, solo doce violadores son encarcelados.

La situación se agrava para las migrantes. En 2023, la revista médica The Lancet publicó un estudio que estima que en Francia se multiplica por 18 para una mujer, si es migrante, el riesgo de ser violada. Según ese estudio, una de cada dos mujeres migrantes no buscó ayuda después de ser agredida y solo una de cada diez recurrió a la Policía o a los servicios médicos.

El temor no es infundado. Lo genera el maltrato, pues son sometidas a interrogatorios humillantes, se les acusa de mentir y, en muchos casos, son detenidas y repatriadas.

Es solo una crónica de la vieja Europa. Y muchas otras es posible citar. Por ejemplo, ¿qué pueden contener las crónicas sobre las palestinas que mueren tras ver morir a sus hijos e hijas? ¿Y de las mujeres cuya condición las hace más vulnerables a las consecuencias de la conversión en escenario de guerra y masacre de los territorios en que nacieron y han vivido siempre?

¡Y qué pena que no sea el pasado el tiempo correcto para elaborar estas reseñas! No lo es. Y por eso no es ocioso reiterar que la mujer es un ser humano.

Es más que necesario, en un momento en que la migración se feminiza mientras las políticas antiinmigrantes a nivel global se endurecen en un proceso cuya continuidad no rompen los derechistas globalistas, los declarados neofascistas ni los tímidos y falsos progresistas.

En Francia, en Alemania, en Gran Bretaña, en Holanda y en otros países de Europa, se construyen muros legales contra la inmigración.

En Estados Unidos, el discurso contra los inmigrantes es más radical en el ala nacionalista, pero los dirigentes globalistas que toman decisiones también disponen repatriaciones masivas,

mantienen cárceles y colocan el sello de ilegales a seres humanos pobres y excluidos para no reconocerlos como sujetos de derecho.

Cuando, como promedio, la mitad de la población migrante es femenina, las políticas antiinmigrantes alimentan la violencia contra las mujeres, porque desatan prácticas como la documentada sobre la realidad francesa.

Las políticas de bloques (las de Norteamérica y Europa, por ejemplo) se endurecen todavía más y se aplican con mayor descaro en los puntos de acceso. Eso explica que haya cuentas pendientes con el gobierno de México en materia de trato a los migrantes y que, en España, en Italia, en Marruecos y en varios países de los Balcanes, para solo citar algunos casos, los agentes de migración sean entrenados como cazadores y como carceleros. ¡Qué horror! Son cuentas para sacar a la sociedad de clases.

La feminización de la pobreza tampoco es parte del pasado.

Un informe sobre desarrollo sostenible publicado por el Banco Mundial en el año 2023 documenta que por cada dólar que ganan los hombres en ingresos laborales a nivel mundial, las mujeres ganan solo 51 centavos.

En materia de desempleo, el mismo informe dice que solo el 61. 4 por ciento de las mujeres en edad laboral óptima está en el mercado laboral, en comparación con el 90 por ciento de los hombres en la misma situación. Estima que la próxima generación de mujeres seguirá dedicando una media de 2.3 horas diarias más que los hombres al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

El proyecto de preservación de la sociedad de clases, asociado ahora con el neofascismo, perjudica a las mujeres.

Desde República Dominicana

Desde República Dominicana, hay que decir que el presidente que cada 25 de noviembre emite un mensaje contra la violencia a las mujeres es el mismo que se ha negado a utilizar su influencia en los politiqueros legisladores para modernizar la legislación dominicana sobre derechos sexuales y reproductivos.

Es Luis Abinader el presidente que instruye a las autoridades de Educación para no comprometer a la escuela con el proyecto de igualdad de género.

Hasta ahora, ha pesado más su buena relación con la Iglesia Católica y otras instancias confesionales que el compromiso de contribuir a mejorar la calidad de vida de las mujeres y de la sociedad en general y con el ineludible deber de preservar vidas. La desigualdad es violencia en sí misma y también genera otras formas de violencia.

El actual gobierno sigue dando continuidad a la práctica de Joaquín Balaguer (jefe del sistema político dominicano desde 1966 hasta su muerte en el año 2002) de alterar estadísticas para falsear descripciones. Lo evidencia el escándalo que provocó en el año 2023 la intención de ocultar que, en menos de un mes, treinta y cuatro recién nacidos murieron debido a las malas condiciones de un hospital al que acuden parturientas pobres.

Es también el presidente que ha ordenado sacar de los hospitales a decenas de parturientas haitianas y que proclama (cuantas veces puede) que no deben ser recibidas.

Encabeza hoy el coro en la difusión de un discurso de odio contra los inmigrantes pobres, un discurso puesto en boca de comunicadores y comunicadoras que tienen compromiso con el sistema y que renegados de vieja data asumen sin despojarse del disfraz de progresistas. ¡Qué descaro!

Analistas y seudoanalistas difunden, en ese marco, desde los medios financiados por la gran empresa, la falacia de que es preciso apoyar a Donald Trump para preservar la existencia de la nación dominicana.

Es un coro clasista, patriarcal y esencialmente misógino.

En el año 1960 las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal fueron asesinadas por luchar contra la dictadura de Trujillo. Hoy, es deber de conciencia empuñar la bandera de la lucha contra la injusticia y contra la discriminación.

El destino del mensaje presidencial con motivo del 25 de noviembre, como las declaraciones demagógicas de los expresidentes (el chabacano Hipólito Mejía, el intelectualoide Leonel Fernández y el pálido y desacreditado Danilo Medina) debe tener como justo y permanente destino el lugar en el cual, erróneamente, Gabriel García Márquez mantuvo durante un tiempo sus hermosos Doce Cuentos Peregrinos: el zafacón.

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